Algunos de los comentaristas de la entrada 'La distribución de profesores y la calidad educativa' planteaban sus dudas acerca de que mayores años de experiencia se relacionen con mayor capacidad para educar. Está claro que a no todos los profesores la experiencia les sienta bien, ya que hay quienes a más años, más ganas de estrangular a sus alumnos. Igualmente, hay quienes con más experiencia van ganando habilidades, pero como empezaron siendo muy torpes, la jubilación les cogerá medio siendo capaces de que los chicos y chicas no salten de mesa en mesa. Recién incorporados a la carrera docente podrían hacerlo mejor que ellos.
Aceptemos, como esos comentarios indican, que no hay correlación entre años de servicio y capacidad educativa. Por mí, perfecto. Probablemente estaremos negando lo que señalan algunos informes de evaluación, como señala otro comentarista, pero podemos saltarnos los datos. Pero, de hacerlo así, hay algo que no consigo entender: la nómina de un profesor.
La nómina de un profesor está compuesta por un sueldo base y un mundo de complementos. Entre estos, los trienos y los sexenios. Para recibir trienos el único requisito es estar. Para obtener sexenios se piden unas ciertas horas de formación. Por ejemplo, en Castilla La Mancha 100 horas... en seis años. (La mafia de los cursos reconocidos merece unas cuantas entradas específicas en este blog).
A más años de servicio, más sueldo. ¿Por qué? Hemos acordado que no puede ser porque los profesores con más experiencia sean mejores. Entonces, ¿por qué se les paga más? ¿Lo que uno cobra y los incrementos salariales no deberían estar vinculados con la capacidad para el desempeño del trabajo?
Si aceptamos que los años de experiencia no son indicativo directo de la habilidad para la docencia de un profesor, tendremos que aceptar que los trienos y los sexenios deberían ser suprimidos. Hoy por hoy, se emplean, además de por la presión de los sindicatos, porque efectivamente se asume relación entre años de servicio y valía. Si queremos una retribución no basada en supuestos, tendremos que aceptar una evaluación no indirecta de la capacidad de los profesores, abriendo la puerta a que un gran profesor con dos años de trabajo pueda cobrar más que uno que está a punto de jubilarse. ¿Estamos por la labor?
Haciendo esto, por ejemplo, la formación ya no se haría para cubrir horas requeridas, sino porque aumentase la eficacia para el trabajo. De este modo, ya no se daría por bueno que casi ningún curso de los ofrecidos sirva para nada, por lo que los profesores terminan por apuntarse a los que se les hacen menos pesados.
Pero, ¿tenemos cómo medir la capacidad de un profesor? ¿Quién lo haría? ¿Cuáles serían los criterios?
Mmm... casi mejor nos quedamos con los trienos y sexenios, ¿no?
Si no tocamos el resto del sistema de enseñanza, mejor nos quedamos con los trienios y los sexenios. Si lo tocamos, y hacemos a los centros y sus directivos verdaderos responsables (de alguna manera--ésta es otra) de que se enseñe bien, entonces deberían ser esos directivos los que decidieran a quién contratar y cuánto pagarle. Como en una empresa. Como (con cortapisas varias) pasa en los centros privados, y como (con más cortapistas) pasa en los concertados.
ResponderEliminarDespués de pensar más de dos minutos sobre el tema, no se me ocurre ningún método para evaluar la capacidad de enseñar de un profesor, salvo un examen independiente hecho por terceros sobre la materia a enseñar. Mejores notas implicaría que has enseñado mejor. Pero seguro que esto tiene muchos peros (como el suponer que todos los alumnos de todos los colegios están igualmente capacitados y vienen igualmente preparados del curso anterior)
ResponderEliminarLos trienios son un complemento salarial que surge de la necesidad de instrumentar el concepto de antigüedad. No remunera la calidad sino el número de años que llevas en el sistema educativo. En la universidad, un trienio son unos 40 euros brutos mensuales. 480 euros brutos anuales.
ResponderEliminarEn la universidad, además, existen quinquenios que remuneran las buena docencia, pero que en la práctica se conceden por la mera antigüedad, aunque en contadas ocasiones, profesores pasotas que han armado alguna y se les abre un expediente, pierden el derecho. Son unos 120 euros brutos al mes.
También existen los sexenios, que remuneran la calidad de la investigación. Se obtienen por concurso de méritos. Tienen la misma remuneración que los quinquenios.
La remuneración de la calidad de la investigación está muy discutida. La de la docencia es imposible de dilucidar de forma objetiva. Se han intentado multitud de sistemas y ninguno de ellos se ha identificado como objetivo y justo.
Un examen independiente hecho por terceros solo verifica que dominas los conceptos, no que eres capaz de transmitírselos a quien los desconoce. La encuesta a los alumnos antes del examen recorta la innovación docente (los alumnos prefieren temarios masticados que no les suponen esfuerzos), etc, etc.