Hace pocos días les hablaba de un informe en había redactado integramente yo y que acaba de ser presentado antes los medios de comunicación. Ese encargo me llegó después que un profesor Titular presentara a la empresa una versión tan penosa que fue automáticamente descartada. Yo lo hice, no me llevó mucho tiempo, y, para las restricciones que me habían marcado (nada de estadística más allá de una media, más o menos), creo que quedó resultón.
Todos los resultados que se presentan son absurdos, porque el control de variables es nulo, pero, bueno, ni ellos lo querían ni nadie lo iba a echar de menos. Para que se hagan una idea: se comparan, en rasgos de personalidad, hombres y mujeres y diferentes franjas de edad. Lo primero, artículos previos muestran que ese test no mide todo lo que dice medir. Quiere medir 21 escalas diferentes cuando, según las técnicas habituales para determinar las dimensiones que evalúa un cuestionario, ahí no hay mucho más de cinco o seis. Lo segundo, que el informe comienza mostrando como los hombres y mujeres evaluados difieren en la distribución de edad. Las mujeres a las que se les pasa el test son algo más jóvenes, en promedio, que los hombres. Por ello, cuando se habla de que hombres y mujeres difieren en tal y cual dimensión es imposible saber si es por el sexo o por la edad, no se conoce qué variable es la que determina esas diferencias. Lo mismo cuando se habla de que los mayores son diferentes a los jóvenes en algunas dimensiones. (Por no hablar de otras posibles fuentes de confusión, como nivel de estudios).
La sorpresa me la llevé ayer, cuando leo que una de las personas que ha presentado el informe es el Titular que hizo la primera versión, la que no se tenía en pie. Algún periódico hace mención a él como autor del estudio. Todos se refieren a él como catedrático, cuando todavía no ha llegado a ese puesto.
Entiendo que lleverme a mí a presentar el estudio vende poco. Sólo soy quien lo ha hecho. Mi categoría dentro de la universidad apenas pasa de grumete. Con uno hombre de más de 50 años, la empresa puede inventarse que es catedrático. Conmigo, me da que no cuela, por más que me tiñiera de canoso. Sé, además, que la empresa ha hecho bien no llevándome a mí: yo no tengo la capacidad como para decir ante la prensa la sarta de sandeces y datos no justificados que el otro ha desplegado. Yo prefería mantener la distancia con un informe que sé que no dice nada que los datos permitan decir. Pero de ahí a que me roben la autoría, sin ni siquiera medio comentario...
No te pases con los comentarios, y no creo que conozcas a Eduardo G.C., aunque a él si le puede interesar leer tu blog
ResponderEliminarLa juventud vende poco a menos que te forres, ya cuando te forras te conviertes en un joven gurú, 5 minutos antes de forrarte podías ser igual de bueno y de listo pero sin un algo más eres un mindundi.
ResponderEliminarVivimos en una sociedad en la que la juventud se ve más como un problema que como una solución. Donde la innovación no es nada contra la experiencia.
Así nos luce...
De repente he recordado una entrada de Ricardo Galli sobre la veteranía de los emprendedores del parque tecnológico de Málaga, si no le están atacando el blog se puede leer en http://ricardogalli.com/2007/11/20/malaga-valley-e-ingenieros/
Amigo Topo: Nada, nada, el autor de una película es el productor.
ResponderEliminarAy, cómo va el mundo. Luego me quejo yo de lo mío...
Tremenda historia. Admiro tu valor, Topo.
ResponderEliminarRoke, que la juventud vende poco cuando se trata de mostrar solvencia científica lo puedo entender. Él tiene más años, mejor empleo... y peores publicaciones. Pero la gente sólo ve las dos primeras cosas.
ResponderEliminarYo tenía claro que no tenía copyrigth o similares sobre ese texto. Pero de pasarle los derechos a una empresa a que la empresa presente a otro como autor entiendo que hay diferencia. (Lo mismo legalmente no).
Pedro: lo mío es quejarme por quejarme. Los euros los seguiré viendo de todos modos. Sigo sin salir en los periódicos, que es algo que sabía que no iba a pasar desde el primer momento. Es de estas veces que pasar, pasar, no ha pasado nada, pero, carajo, qué rabia.
Juas, Pseudópodo. Valor, el justo. Acabo de borrar links por si las moscas. En ningún momento puse ni nombre de informe ni empresa solicitante ni nada, para evitar dejar rastro en Google. Pero he pensado que quizá, aún así, el riesgo fuera excesivo. Que el mundo es mucho más pequeño de lo que parece.
A veces echo de menos el tiempo en el que era menos consciente de mis acciones o más amante de la verdad.
Dos comentarios en un día (meses sin pasarme...).
ResponderEliminarMe recuerdas a un amigo, ilustre titular, que se pasó años haciendo cosas como las que comentas tú sobre tu informe. Aquí se trata de dignidad. Euros a cambio de la dignidad.
Has tragado una vez y me temo que, al igual que mi amigo, lo harás más veces. Después, como él, estarás años quejándote de lo malo que es el sistema, lo injusta que es la universidad, etc, etc. Eso sí, no te preocupes, tú serás de los que lleguen lejos en ese mundillo. Estáis cortados por el mismo patrón.
Anónimo 02/03/08:
ResponderEliminarMe alegra que con la lectura ocasional de mi blog hayas podido llegar a conocerme hasta el punto de poder saber qué futuro me espera y qué categoría moral tengo. Ojalá tuviera yo esa capacidad de conocimiento automático de la gente.
Y sí, si me ofreciesen un informe como ese, lo volvería a hacer sin ningún problema de conciencia. Fue dinero fácil, que necesito, que no menguó mi rendimiento en el trabajo y, dentro de lo que se podía hacer, considero que rebajé el tono sensacionalista que pretendían los clientes hasta donde se pudo, sabiendo que el informe no tenía utilidad aplicada ni riesgo en el uso de sus datos. ¿Algún problema con ello?
No soy la mejor persona del mundo, ni gran profesor ni investigador, pero estoy satisfecho de llevar años intentando mejorar las facultades en las que he trabajado. Lo mismo algún día ya sólo me quejo en la cafetería o en blogs y dejo de ponerme de mi parte por ser parte de la solución. Espero que no.
O lo mismo soy un cínico hipócrita sin capacidad de autocrítica. Quién sabe.