martes, noviembre 20, 2007

El sistema educativo español no es ni uno ni grande ni libre

Que no es grande lo sabemos por los informes internacionales. Estamos mejor que Tayikistán, claro, pero por debajo de muchos países de nuestro entorno.

Que no es libre lo sabe cualquier persona que se proponga matricular a un niño en un colegio, a ver si le dejan escoger sin más el que él preferiría¹. O que le pregunten a quien intente educar a su hijo en casa. O a quienes querrían abrir una escuela, con una oferta de contenidos alejada de lo que marcan las leyes y quizá muy solicitada por los padres. O a quien le amenazan por ser insumiso ante Educación a la Ciudadanía, recibiendo un trato peor del que pueden esperar quienes no dan palo al agua en todo el año y molestan a profesores y compañeros.

Y que no es una también es algo conocido. El Estado de las Autonomías, la descentralización educativa es lo que tiene. Hoy El Mundo, con la vista puesta en las próximas elecciones generales, descubre que:
Las editoriales cambian los libros escolares a gusto de los nacionalistas

De la Prehistoria a la Transición, de la extensión de las lenguas a los sentimientos deportivos, contenidos importantes tienen una adaptación localista en los libros escolares con los que siete millones de niños y jóvenes estudian en España. La diferencia se ensalza, lo que une y acerca se reduce o desaparece. Las principales editoriales presentan versiones con imporantes diferencias según el territorio.

Un joven de 16 años de Bilbao puede concluir sus estudios sin que en sus libros hayan mencionado la Constitución Española, la figura del Rey, los símbolos del país al que pertenece o las protestas contra el terrorismo de ETA. También es frecuente que se le oculte la existencia de los yacimientos cercanos de Atapuerca y Altamira, el Camino de Santiago y la participación de los vascos en el Descubrimiento de América.

A menos de 100 kilómetros, un chico de Santander puede que nunca se entere de la primera vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano, o de que la industrialización de España se produjo a través del puerto de Bilbao.

En Barcelona, un joven puede rebuscar en su libro el Siglo de Oro y no hallarlo. O interesarse por los Juegos Olímpicos del 92, el mayor acontecimiento internacional y deportivo celebrado en su ciudad, y sólo encontrar que "fueron el punto álgido en la reconstrucción nacional [de Cataluña]". De la lluvia de medallas y del oro que España logró en fútbol en el Camp Nou, ni una palabra. Pero sí un extenso ejercicio para la asignatura de Lengua Catalana con la simulación, por parte del alumno, de la retransmisión radiofónica de la final de la Copa del Mundo entre Brasil y Cataluña.

En otro extremo de España, una chica de Huelva estudiará la Guerra Civil como si se tratara de una invasión de Andalucía por parte de fuerzas de ocupación y, simultáneamente, un niño de La Coruña leerá en su manual de Lengua que en Cáceres el gallego no goza de protección.

El resultado es una abismal fragmentación educativa, un puzzle de libros de texto que no encajan entre sí: conocimientos diferenciados, sentimientos de agravios entre comunidades autónomas, odio hacia lo español, imposibilidad para compartir un mismo sistema escolar y universitario y dificultad para converger dentro de un mismo mercado laboral.
La Alta Inspección es tan alta que llevamos años sin que nadie la vea garantizando que las leyes educativas estatales se cumplen. Pasó con el PP y pasa con el PSOE.

Pero lo que en ningún momento aclaran es por qué es un valor que haya homogeneidad de contenidos y objetivos didácticos entre Comunidades. Se supone que el invento autonómico era para hacer más cercana la gestión a los ciudadanos. Por ello, si hay diferentes intereses entre los habitantes de las diferentes Comunidades, ¿qué tiene de malo que esto se materialice en diferentes libros de texto y aprendizajes?

Veámoslo por el otro lado. Ahora que semos toos europeos, ¿deberían España, Francia, Alemania y demás homogeneizar sus planes de estudio? ¿Cuál es el límite geográfico-político en el que situar con quiénes hemos de negociar y consensuar nuestros contenidos educativos? No se me ocurre ninguna razón por la cual 'España' sea mejor respuesta que 'Comunidad Autónoma'. Y el argumento de movilidad laboral no me sirve: en Estados Unidos la diversidad es enorme y eso no parece obstáculo a su amplia migración interna.

Desde mi punto, por no tener que haber, no tendrían que existir ni leyes educativas que fijaran un currículum común para todos. Ni dentro de Comunidades y dentro de España. Que cada colegio tuviera libertad para ofrecer lo que quisiera. Y cada padre libertad para matricular a su hijo donde quisiera. De este modo, nos ahorraríamos estupideces como los fines del sistema educativo español, tal y como vienen expresados en la LOE, que responden más a las presiones de diferentes frentes que a lo que los padres querrían para sus hijos. Si hubiera libertad, podríamos saber si los padres prefieren más horas de Educación para la Ciudadanía o de Matemáticas. Mejor aún, diversos padres tendrían derecho a educaciones diversas, de tal modo que la satisfacción general aumentaría.

Algunos podrán pensar que esto daría lugar a miles de modelos educativos distintos, hasta el punto de hacer la decisión sobre dónde matricular a los hijos impracticable. Dudo mucho que se diera algo parecido. Antes de que se produjera una excesiva fragmentación, los colegios se agruparían. O bien generando grandes grupos (como los que ya ofrecen las órdenes religiosas que manejan concertados) o bien recurriendo a empresas de acreditación. "Este colegio ha sido homologado por Certifica-coles S.A.". A un colegio le interesaría estar acreditado por Certifica-coles y a Certifica-coles le interesaría mucho que no se le colara ningún colegio malo. Las malas propuestas serían expulsadas del mercado, mientras que las buenas se propagarían. Se crearían grandes marcas educativas, que harían más eficiente el sistema y reducirían la incertidumbre de los consumidores a la hora de elegir escuela. Como puede verse, yo estoy encanto ante este idea.

Para que el sistema educativo español sea grande primera hace falta que sea libre. Y que sea libre implica que no puede ser uno.

¹ No me digan que uno tampoco puede comprar un coche en libertad, que si no le llega el dinero no se lo dan. La diferencia es los vendedores de coche intentan cubrir la demanda, siempre y cuando cobren lo que piden. Sin embargo, en educación, el Estado no pone absolutamente nada de su parte por extender el modelo que educación ofrecido por los colegios ampliamente demandados.

8 comentarios:

  1. Ayer leí la noticia y me quede bastante sorprendido con algunos de los ejemplos que se citan. Pero, no había reflexionado desde la perspectiva que propones: donde establecer el punto de vista, tu comunidad autónoma, tu país, tu continente, etc. Desde luego, no es para nada trivial.

    De todas maneras, hay ejemplos que escapan también a esa justificación. Por ejemplo: el tema de la constitución. La constitución es una para todos, al menos por el momento. Es la base que establece tus deberes y obligaciones como ciudadano y debería ser enseñada en todo su ámbito de aplicación. Y lo de usar como ejemplo en clase Lengua Catalana (subrayando lo de lengua) la retransmisión radiofónica de la final de la Copa del Mundo entre Brasil y Cataluña, me parece llevar un mitin al aula.

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  2. Yo, en toda mi etapa escolar, no vi la Constitución para nada. Si, me dijeron que fue aprobada en el '78. Y se acabó. Y mi vida ahora es de lo más completa y feliz (pese a los estrepitosos fracasos en clase como hoy). No veo por qué ahora la Constitución tiene que ser contenido básico en el colegio.

    ¿Que se hacen mítines en clase? Todos los días. Unos más sutiles, otros más directos. Y, probablemente, sean inevitables, porque no existe ningún máximo común denominador entre todos los padres para garantizar que nadie sienta que a su hijo le están soltando un mitin.

    Con el modelo actual, si a mi futuro hijo le toca retransmitir el Cataluña-Brasil tendré que tragármelo y darlo por bueno o bien educarlo en conflicto con lo que le dicen en la escuela. Si cada cual puede elegir, los mítines serán cañeros para los padres que quieran, más sutiles para los que los quieran así, en un sentido para unos y en otro para quienes así los prefieran. De verdad, son muchas las ventajas que le veo.

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  3. Tenía un comentario largo escrito... y se colgó mi macbook. Seré breve:

    Yo no recuerdo estudiar la constitución tampoco. Pero pienso que no estaría de más. En cualquier caso, si Santillana considera que, por las razones que sea, es un contenido recomendable en Valencia y Caceres, ¿porque no en Bilbao?

    En cuanto a los mítines. Entiendo que un profesor impregne sus clases con sus opiniones, aunque debería evitarlo y mantenerse crítico. Pero para un libro de texto, creo que es necesario ser más exigente con la objetividad del mismo. No me negaras, que lo del Cataluña-Brasil es cualquier cosa menos sutil o inevitable (¿porque no Bercelona-espanyol?).

    En cuanto a "liberalizar" la programación, el problema es que ocurre si no puedes elegir centro, y te toca uno con un programa radical—en cualquier sentido.

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  4. No se trata de homogeneizar contenidos por comunidades. Se trata de dejar de heterogeneizarlos de una vez. Tanto localismo y conocimiento de tu entorno inmediato está hecho por razones políticas. Luego se puede discutir lo que se quiera sobre si es mejor que un chaval sepa de lo mejor de España o lo mejor de su pueblo o aumentar el ámbito a Europa, Occidente o la confederación interplanetaria. Pero, de verdad, lo que se ha hecho es desmontar un sistema de educación nacional que funcionaba (mejor o peor) para pasar a diecisiete sistemas cuanto menos dudosos, donde se busca el adoctrinamiento nacionalista. Sinceramente, ¿creéis que no es así?
    Respecto a lo de estudiar la constitución, no se trata de analizarla o no, sino de tapar su existencia en los libros de historia. Yo sí que estudié que teníamos constitución (y estaba en la EGB cuando se aprobó) y poco más.
    Bueno, lo dejo, que si el debate educativo (pedabóbico) me suele encender, el de mezclar educación y nacionalismo me pone a cien.
    Javier

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  5. Kikollan:

    ¡Con lo que fastidia perder un comentario trabajado! (Generalizando: con lo que fastidia perder algo elaborado).

    Yo estoy de acuerdo en que no está de más estudiar la Constitución. Guste o no guste, es la que hay. Pero esa es mi valoración y no creo que ni yo, ahora mismo como Don Nadie, ni yo cuando llegue a ministro de Educación esté en situación de imponer ese punto de vista a nadie. Si Otegui quiere que sus hijos no la vean ni a lo lejos, por mí perfecto.

    Lo de la retransmisión del partido. Hace algún tiempo se puso de moda que los ejercicios no sólo tenían que servir para practicar el contenido en concreto al que se referían, sino que tenían que cubrir otros objetivos educativos. Uno no aprende ya a sumar con las manzanas de Juan y las manzanas de María. Ahora toca sumar los litros que consume la madre al tirar de la cisterna y los del padre al fregar los platos, porque así educamos en ecología. Lo del Cataluña-Brasil es lo mismo: no practicas sólo Lengua, pudiendo cubrir también otro objetivo, el de construcción nacional. Y tú lo ves mal, igual que otros verían censurable un ejercicio que fuera con España-Argentina, porque verían que así se fomenta la adscripción nacional en los niños que ellos no quieren. ¿Qué hacemos, entonces? ¿Un Azerbayán-Belice?

    Mi respuesta, la de siempre: que cada colegio pueda hacer su oferta y a ver cuánta gente consigue. Unos colegios se irán para un lado, otros para otro y algunos harán una retransmisión de 1ºA contra 1ºB.

    Ahora mismo, con el sistema tan intervenido como está ahora, sí que corres el riesgo de que te toque un colegio radical. Y no tendrás escapatoria, porque si el colegio de dos pueblos más allá te gusta y estarías dispuesto a llevar a tu hijo ahí, te dirán que no te llegan los puntos para matricularlo ahí. E incluso te puede tocar un colegio de radicalismos incoherentes: el de Historia marxista militante, la de Biología cristiana con vocación de evangelizar en el aula, etc. Ni tú controlas qué le llega ni el colegio puede ofrecer una mínima coherente en los objetivos.

    Javier:

    Estoy de acuerdo con que el colegio, que es la ventana al mundo, abre los ojos a una realidad cada vez más pequeña: mi pueblo, mi provincia, mi Comunidad y poco más. Y frente a esto creo, sinceramente, que si cada padre tuviera libertad para llevar al colegio que quisiera a los hijos, y los colegios tuvieran libertad para ofrecer lo que quisieran, esta dinámica se rompería. Creo que muchos padres preferirían un punto de vista más amplio. Ahora bien, de no ser así, ¿quién soy yo para imponer que Velázquez es más importante que el que hizo la Plaza Mayor del pueblo en el que vivo?

    Creo que en el País Vasco muchos padres querrían que sus hijos estudiaran la Constitución, al menos hasta un cierto nivel de profundidad. El problema es que esos padres no montan bronca política si no se trata ese tema, mientras que el otro grupo, los contrarios a que la palabra Constitución Española manche los ojos de sus retoños, sí que son más dados a la bronca. Cuando deciden los políticos, los que se llevan al gato al agua son los amigos de la bronca muchas veces. En un sistema más abierto, de mayor libertad, creo que habría más espacio para la gente menos dispuesta a hacer presión.

    Creo que el liberalismo podría actuar de contención al nacionalismo en las escuelas.

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  6. En cuanto a la constitución, como tu dices, es la que hay, guste o no. Pero la clave es esa: es la que hay. Es un hecho objetivo, no sujeto a opinión. Vamos, que creo que el hecho de que a poca o mucha gente no le guste, no impide que el ministerio pueda imponer su estudio, dado que es la base que rige la legalidad vigente
    (Otro cosa es que debe quedar claro que no es inamovible, y que si decidimos que no nos gusta, se cambia y punto)

    Con lo del partido, lo veo parecido. Personalmente, no me hace especial ilusión elegir el ejemplo España-Malta, pero creo que no es lo mismo que un Cataluña-Brasil. El primero refleja una realidad vigente, mientras que el segundo no. Es decir, al primero se le pueden asumir intereses espurios—fomentar la adscripción nacional—mientras que al segundo no se le pueden no asumir.

    Lo de Azerbayán-Belice sería de un políticamente correcto espeluznante :-)

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  7. Yo creo que la educación pública se mueve entre dos aguas: o la manejan los grupos de presión o acaba descafeinada. Lo que pasa con los grupos de presión (donde los políticos son presión y decisión) lo vemos en la noticia. La educación descafeinada, que no ofenda a nadie, creo que es tan 'blandita' que no educa para nada.

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