domingo, septiembre 24, 2006

Unos lo ven más claro que otros

La semana pasada pudimos leer en todos los periódicos noticias sobre el informe según el cual ir al colegio era como ir al frente de batalla. Quim Monzó, el miércoles 20, hacía de esto el tema de su columna de opinión en La Vanguardia.
Una investigación realizada entre alumnos de primaria, ESO y bachillerato dice que casi un 25 por ciento de ellos sufre acoso y violencia escolar. Un 25 por ciento es una cifra importante y eso explica la importancia que la prensa da a ese resultado. Claro está, la pregunta inmediata es: ¿qué entienden los investigadores por acoso escolar? Uno de los presentadores de la investigación, Iñaki Piñuel, ha sido el encargado de definirlo: “Una o varias conductas de hostigamiento y maltrato frecuentes y continuadas en el tiempo”.

La cosa empieza a complicarse cuando leemos que, dentro de la nebulosa del acoso escolar, se incluyen cosas como la de no hablar a la persona en cuestión, no dejarle jugar con el grupo, llamarle con un mote... Hay un acoso claramente violento, de puñetazos y patadas. Hay acosos más sibilinos, de goteo psicológico. Pero si hasta los motes los catalogamos como acoso escolar, no me extraña que salgan las cifras que salen. Sé que éste es lo que se suele llamar “un tema delicado”, de esos que irritan la piel sensible de aquellos padres que tienen hijos con problemas reales de acoso. Pero por eso mismo –porque la cosa es seria- habría que ir con cuidado y no meterlo todo en la misma carpeta. Pasa igual que con el machismo –un problema real- pero cuya etiqueta –“machista”- la aplican las hembristas con tanta ligereza (y a tantas que no lo son) que pierde a ojos vista buena parte e su capacidad de denuncia.

En todas las épocas, las sociedades han utilizado apodos para designar a los demás. En los pueblos, en muchos casos los motes acaban dando nombres a la casa del aludido, nombre que, más tarde, se traspasa a los que viven en ella. En los lugares de trabajo y en las escuelas los apodos nacen constantemente.
Los apodos son una constante en la historia y entre culturas. También los asesinatos, y no por ello se rebaja la valoración negativa de los mismos. Un mote es tanto 'lamparín', refiriéndose a la brillantez de un compañero, como 'retroti', por la dificultad del niño para seguir las clases. Pero, saltándonos esto, acepto el razonamiento de Monzó: ¿no se habrá bajado el listón de lo que es acoso en demasía?; ¿no llevará esto a que se pierda la capacidad de denuncia del problema?

Los hay que están de lo más satisfechos con el informe. Describen al equipo que lo ha realizado como "de solvencia fuera de toda duda y acreditada por muchos años de práctica profesional". Otros, sin embargo, no lo tienen tan claro. En la misma edición de La Vanguardia, en la sección Sociedad (pág. 30), se leía:
El Gobierno vasco aseguró ayer que el informe que ha originado este debate sobre el alcance del fenómeno [del acaso escolar] “carece de rigor”, por lo que descalificó sus conclusiones.
Si el trabajo (y la conexión por módem lo permiten), más adelante les contaré mi opinión sobre el Informe Cisneros X. Adelanto que, para mí, es un ejemplo exquisito de lo que no ha de ser la investigación científica.

4 comentarios:

  1. El problema es que muy pocos se dedican, como ya hizo wonka con algún otro del mismo señor, a decir por qué no es fiable, empezando por la Universidad. Y eso que bastan unas simples divisiones para demostrar que el informe, desde el punto de vista estadístico, no es representativo de nada más que los niños encuestados, pues sus márgenes de error superan los del propio dato. Algún político (Del Pozo, conseller de Educación de Cataluña) ha dicho que iba a presentar algún dato en el futuro, pero el resto de políticos ni eso.

    A mí el informe Cisneros X me parece una basura, como los dos anteriores, pero me parece vergonzoso que se dude de los datos sin aportar pruebas o indicios. Sobre todo, porque quién lo dice es representante público, está aforado (casi intocable, por tanto) y tiene un poder de convocatoria del que carecemos el resto de los mortales. A mí me lo han hecho algunos politiquillos --incluso algún presidente de comunidad autónoma--, y como poco sienta bastante mal, además de tener la sensación de que se han multiplicado los dictadorzuelos.

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  2. Perdón, se me olvidó incluir el enlace: wonka dice lo que dice aquí.

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  3. Espero "ansioso" tu anotación sobre el informe. Como ya me ocupé de la versión anterior (la que se hizo sólo en Madrid), no lo haré de ésta. Mi principal crítica sigue siendo la misma: el corte en su "escala" para decidir hasta dónde esa escala supone acoso y desde dónde no, es arbitrario y poco justificable. Por supuesto, en ningún sitio ha justificado este corte, y en este último informe prescinde de cualquier información que nos pueda permitir entender qué significa "acoso" en su escala, es decir, qué conductas incluye y con qué frecuencia.

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  4. ¿Alguno de vosotros tiene una copia (en formato electrónico) del último informe? Yo no he conseguido encontrarla. En la página web acosoescolar.com viene toda la información, menos la que interesa, que es el informe en sí.

    Yo pensaba basarme en la versión que si hizo para la Comunidad de Madrid, la misma de la que se ocupó Wonka en su momento, asumiendo que la metodología es la misma. Pero mucho mejor si puedo hablar del informe a nivel nacional.

    Por otro lado. Entiendo el interés de los políticos por restar mérito al informe. Aceptar los datos es reconocer que hay un grave problema al que apenas han dedicado atención y que es algo que tiene que entrar en la agenda política ya mismo. No es algo que a un político le agrade.

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