martes, mayo 16, 2006

¿Quién puede hablar de la universidad?

Si alguien ha seguido este blog (¿hay alguien?), habrá visto que le tengo cariño a los de ACME como punto de partida de mis comentarios. Veamos otra de sus frases: "El motivo de la reforma [plan de Bolonia] no es la mejora de la universidad, para lo cual seríamos l@s propi@s estudiantes quienes deberíamos ser consultados. Pero nadie nos ha preguntado y sí en cambio a las empresas".

¿Quién tiene voz en la planificación de la universidad, en la definición de sus objetivos y sus modos? ¿Los estudiantes? ¿Los políticos? ¿El personal de administración y servicios? ¿Las empresas? ¿Todos los anteriores? Creo que para pode definir los interlocutores válidos es necesario rescatar la naturaleza de la universidad pública: una institución financiada con dinero público y destinada a la satisfacción de necesidades educativas y de investigación de la sociedad. La universidad es una contrata, una prestadora de servicios; los objetivos de la misma vienen marcados desde fuera y a ellos se tiene que ajustar.

Los alumnos jamás serán quienes hayan de marcar ningún papel especialmente relevante en la gestión de la universidad. Por de pronto, apenas pagan un diez, un veinte por ciento de lo que cuesta su estancia en la universidad. Los alumnos jamás serán los clientes de la universidad, aunque haya quien bromee llamándolos así. Los alumnos son usuarios, más bien.

Y aunque los alumnos pagaran la totalidad de los costes, eso no haría que sus palabras tuvieran que marcar lo que se hace en la universidad. Cuando se dice que 'el cliente siempre tiene la razón', se quiere decir que las acciones del cliente, no las opiniones del cliente, son las que se tienen que valorar. Los representantes de alumnos podrían presionar por una universidad en la que la empleabilidad no fuese un objetivo; esa sería su opinión. Es muy dudoso que las acciones posteriores (matricularse en una universidad de este tipo) coincidieran con lo verbalmente manifestado.

Los profesores y cargos de gestión de las universidades tampoco son voces autorizadas para decidir hacia dónde tiene que ir la educación superior. Ellos son trabajadores y directivos de una contrata, expertos en el campo, probablemente. Estan ahí para prestar unos servicios cuya naturaleza no definen. Es fundamental ver que los intereses de los miembros de las universidades no coinciden con los objetivos de la sociedad que las sufraga. La sociedad busca la mejor educación e investigación. Al menos, eso se dice. Los profesores y gestores buscan conseguir más a cambio de menos. Es lo mismo que intenta todo el mundo en su campo. La mejora del servicio prestado por la universidad es sólo uno de los muchos elementos que entran dentro del análisis de los profesores y gestores. Para ellos también es relevante conseguir la menor injerencia de quienes financian, aumentar los ingresos, reducir la docencia...

La sociedad se ha dotado de instancias encargadas de planificar lo que entre todos pagamos. A los políticos, como cargos delegados de ordenación de lo público, les corresponde marcar fines y medios para la universidad. Dos son los problemas fundamentales de delegar en los políticos la planificación social, en general, y universitaria, en particular.

1) Los objetivos de los políticos y de quienes pagan impuestos no coinciden. Los políticos, salvo honrosas expecciones, buscan aumentar el poder del que disfrutan, tanto en tiempo como en intensidad. La sociedad busca rentabilizar la inversión realizada en la universidad. Pero como a la sociedad todavía nadie la ha visto, pero sí que hemos visto a personas con intereses distintos, mejor hablar de esas personas. Mientras que a unos la universidad les toca muy de cerca, sobre todo quienes están dentro, a otros la universidad, como tema para determinar su voto, les deja indiferentes. A quienes les preocupa la universidad, los propios universitarios, además, tienen una alta capacidad para entrar en los medios de comunicación y provocar alarma, pudiendo afectar negativamente a la popularidad de los políticos. Por tanto, un político con ganas de mantenerse en el poder, a la hora de afrontar reformas universitarias, lo mejor que pueda hacer es contentar a quienes sienten la universidad como tema relevante. O, lo que viene a ser igual, que el político hará una política universitaria coincidente con la deseada con los miembros de la universidad. Y, volviendo a lo dicho antes, los miembros de la universidad no buscan únicamente mejorar la universidad, sino, ante todo, mejorar su vida.

2) Los políticos, aún con el mejor de los ánimos, incrementar la satisfacción de sus cuidadanos (¿todos los ciudadanos se satisfacen del mismo modo?) a través de la mejora de la universidad, no son personas con conocimientos superiores, que hagan que sean capaces de orientar de un modo perfectamente eficaz a la universidad en un mundo de necesidades y demandas tan cambiantes.

Sólo un actor social de los que enumerábamos anteriormente está realmente especializado en la satisfacción de las necesidades sociales: las empresas. Cubriendo las necesidades de alumnos, del profesorado o de políticos, no está nada claro que se alcanzara el objetivo que anotaba como propio de la universidad: la satisfacción de necesidades educativas y de investigación de la sociedad. Las empresas son las únicas que, para sobrevivir, se ven obligadas a atender a quien paga, a priorizar en su gestión la satisfacción de demandas.

Las empresas son especialmente capaces en la detección de los intereses sociales. Les va la vida y sus beneficios en ello. Las empresas, si bien no han de tener capacidad decisoria en la universidad, ya que no la financian ni sus propios objetivos son coincidentes con los de la universidad, sí que han de tener voz en el planificación de la universidad. Las empresas presentan claramente cualidades que hacen de ellas expertos a escuchar. No es simplemente que la mayor parte de los universitarios vayan a terminar trabajando en una empresa. Es, también, especialmente, que las empresas son quienes mejor captan aquello que una sociedad quiere.

3 comentarios:

  1. Hola!
    Voy a procurar ser breve y conciso:

    1.Posteo como anonimo, xq no tengo cuenta en blogger, que quede claro que no es por criticar de forma gratuita.

    2.Esto no es un ataque verbal de un ultraizquierdoso que no sabe razonar y se defiende por medio de la pataleta, pretendo defender una postura tal y como tu defiendes la tuya.

    Dejame que me presente, soy un joven estudiante de Euskal Herria contrario al Proceso de Bologna, simpatizante de ACME, sorprendido admirador de la utopia que han puesto en marcha, una asamblea horizontal en la que todos, incluso tu, pueden tomar parte, supongo que una intervencion como la tuya no seria aplaudida, pero mientras ellos siguen ahi, con su lucha.

    El debate entre tu y cualquiera de los miembros de ACME seria casi imposible, xq la base de la que partis es completamente opuesta, tu consideras la universidad una contrata y al empresario una buena persona que pone su dinero para darnos trabajo y ademas
    "Las empresas son especialmente capaces en la detección de los intereses sociales" en tu opinion.

    Eres un perfecto hijo de la sociedad capitalista, no entiendes el beneficio como un crimen, para ti es legitimo, ahi es donde radica la diferencia basica.

    No voy a entrar a debate, no dispongo del tiempo material para hacerlo, ahora, si de verdad estas convencido de todo lo que comentas arriesgate a leer a Carl Marx, y su teoria de la plusvalia, (Un libro recomendable puede ser el de Jesus Albarracin "la economia de mercado" en sus tres primeros capitulos hace una introduccion bastante comprensible o si no "trabajo asalariado y capital" del propio Marx) si ya lo has hecho, y has comprendido, cuestion trascendente esta ultima; deberias plantearte tus valores, creeme, no solo por el hecho de que defiendas la sociedad capitalista (no me vale aquello de mira como salio el socialismo real) sino porque seas capaz de criticar a quien defiende que otro sistema es posible, que la sociedad actual se basa en la explotacion y la desigualdad y que no debemos permitir que trasformen la educacion en otro bien de consumo mas, pues la educacion es un derecho, y el conocimiento un bien universal sin precio posible.

    Sin mas, intentando agitar tu conciencia, me despido

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  2. Muchas gracias, usuario anónimo, por tu comentario. Especialmente agradezco el tono, dado que la diferencia ideológica entre tú y yo es tal que se hace necesaria una especial paciencia y corrección si queremos llegar a entendernos. Te anoto mis opiniones sobre lo que escribes:

    - Sobre tu admiración por la utopía de ACME: siguiendo sus foros, parece que la utopía ya empieza a resquebrajarse, con disensiones importantes sobre el modo de llevar aquello adelante. Espero que puedan (podáis) solucionarlo y seguir para adelante cohesionados.

    Las asambleas, creo, están condenadas al fracaso. Para aglutar a gente, durante un buen periodo, se realza en la definición del grupo el enemigo a batir: el plan de Bolonia, en este caso. No se hace hincapié en cuál es la propuesta alternativa. Incluso, a poco que se rasque, se hace evidente que hay mil modos posibles de oponerse al enemigo. Por tanto, la naturaleza del grupo está en constante revisión y es continua fuenta de conflictos.

    Si ACME tuviera éxito, llegaría un momento que desde el Ministerio dirían: "Que vengan los representantes de ACME a presentar y defender sus propuestas". En ese momento, ¿quién va? Por muy asambleario que sea uno, ir a una reunión en el ministerio es un caramelo muy goloso, atractivo para muchos egos y para muchos ascensos en el partido político en el que uno milite. ¿O quiere ser ACME como otras movilizaciones estudiantiles que, cuando pidió la administración un interlocutor nadie se presentó a hablar?

    Al ser asamblearios, es imposible definir todos los posibles escenarios posibles de antemano. Para un movimiento asambleario, cada pequeño cambio en el entorno obliga a una nueva reunión, lo cual hace de estos movimientos tremendamente ineficaces.

    - Mi idea de los empresarios: No creo que los empresarios sean buenas personas que dan su dinero para crear trabajo. Los empresarios son gente que arriesga su dinero para poder ganar más dinero. El modo de hacer esto es detectando una necesidad que ellos pueden satisfacer mejor que otros. Y para ello tiene que contratar personas.

    El beneficio no es malo. Quien más arriega tiene derecho a ganar más. Porque, de otro modo, nadie se arriesgaría. La gran ventaja del liberalismo es que no necesita a ningún 'hombre nuevo', no necesita rehacer la naturaleza humana. Me da la impresión de que tú no puedes decir lo mismo de tu ideología.

    Un saludo cordial.

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  3. Hola usuario anónimo:

    ¿ha habido algún movimiento económico a lo largo de la historia que haya podido triunfar y pervivir y en el que se castigue (o prohiba) el beneficio empresarial? Por favor, nómbramelo. Desde mi punto de vista, sin la perspectiva del beneficio cualquier sistema se ve abocado al fracaso porque la gente no tiene incentivos para crear, idear o arriesgarse. ¿Quién investigaría una vacuna, produciría mejores tractores o crearía paneles solares más eficientes sin la perspectiva del beneficio? Eso sólo es posible si el Estado lo paga todo y eso ya se ha intentado de modos diferentes en países como Rusia y China; que son, curiosamente, los países donde el capitalismo se está extendiendo de un modo más galopante.

    Desde mi punto de vita el sistema del capitalismo moderado que se practica en Europa se ha demostrado como el mejor para promover el progreso y el bienestar. Está claro que también crea diferencias sociales, pero yo lo veo como un mal menor; a expensas de que salga un nuevo sistema que funcione mejor, de todos los que se han probado en la historia me quedo con este. Y alguno debemos tener.

    Lo de entender el beneficio como un crimen... es decir, que yo quiero vivir un poco mejor o pagar a mis hijos unos mejores estudios que los que yo pude tener. Me la juego dejando el trabajo, pido préstamos, creo una empresa, contrato trabajadores, me dejo los cuernos trabajando 16 horas diarias para sacarla adelante y, cosas de la vida, me va bien y gano dinero. Tengo beneficios todos los años ¡y sin saberlo he cometido un crimen!, ¡y no es legítimo! Si no fuera por el beneficio te aseguro ese riesgo no lo correría. Ni yo ni casi nadie.

    Nombras a Marx y a Jesús Albarracín, que fue un reconocido militante comunista. Obviamente muy en tu sintonía y entiendo que te guste leerlo y te convezca. Sólo te dan la razón; pero no es una crítica a ti. Eso mismo me pasa a mi cuando leo "Capitalismo y libertad" de Milton Friedman o "Acabarán con el capitalismo" de Claude Maniere. Los leo y pienso; pues claro, es que esto debe ser obvio para cualquiera. He leido libros sobre sistemas económicos que hacían pasar por bueno casi cualquier cosa. Es lo que pasa cuando uno es del PSOE y lee El País o es del PP y lee ABC o La Razón; que todo le parece encajar.

    No hay nada a lo largo de la historia que llevara la palabra utopía y haya salido adelante (salvo la película "Utopía" de María Ripoll; que tampoco fue un gran éxito) ¿Quiero un mundo mejor?, claro. ¿Hay cosas que cambiar?, claro. Pero yo creo que hay que intentar cambiar lo que se pueda de lo que hay una y otra vez hasta llegar a lo que queremos; pero implantar un modelo nuevo desde el principio y que no haya sido ideado por el poder es, creo yo, imposible.

    En conclusión; no tengo ni idea de qué es ACME ni el proceso de Bolonia; pero de lo que sé algo (no mucho tampoco) es del empresariado y del beneficio. El empresario no tiene porqué ser una buena persona, los habrá cabrones, como en todo. Lo que está claro es que es alguien que se arriesga porque cree en su proyecto (y quiere un beneficio, obvio) y que, en su camino, deja inversiones, puestos de trabajo u otras cosas que no se habrían crado de la nada si no se hubiera arriesgado. Es verdad, que a veces sale mal y todo eso desaparece; pero te garantizo que el más perjudicado es el propio empresario que se queda sin nada y con deudas para toda la vida. Otra cosa, y no hay que confundirla, son los que roban, las corruptelas o las esatafas. Esto no tiene nada que ver con la figura del empresario que trabaja todos los días por sacar adelante su proyecto. Empresario es desde el panadero e la esquina hasta el señor que montó Zara. Y la gran mayoría ni roban, ni mienten ni estafan. Se dedican a trabajar, que es lo que saben hacer. Y sí, a recoger su beneficio si lo hay al final del año. Dime un avance científico importante para la gente de a pie (una vacuna contra algo, por ejemplo) que se haya descubierto en los últimos 15 años en un país que no practique alguna forma de capitalismo. Busca en internet la lista de los 10 países que más crecieron o los que más redujeron la pobreza o los que más mejoraron en lo que quieras y mira cual es su sistema económico o hacia cual están tendiendo. Vamos, que con los datos en la mano, es lo que se llama el mal menor y cuidado con los cambios radicales, que en todos los sitios donde se intentaron tuvieron que recular. Cambios sí, pero poco a poco y desde el sistema. Es lo bueno del capitalismo, te da medios para cambiarlo siguiendo sus reglas.

    Yo defiendo la libertad de cualquiera para hacer o decir lo que quiera mientras no atente contra la libertad del resto. Haz asambles o huelgas, pero permíteme ir a clase o al trabajo; manifiéstate defendiendo tus ideas, pero permíteme manifestarme defendiendo las mías. Respétame, porque yo te respeto.

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