En anotaciones previas he escrito acerca de la endogamia universitaria: por qué, por la cuenta que me trae, la defiendo; qué razones la originan. Hoy quiero hablar sobre los modos como la endogamia se lleva a cabo. Dos son las vías a las que se recurre para hacer que las opciones de un candidato de fuera de la universidad que convoca la plaza sean mínimas.
1) Realizar una definición mínima de baremos: Veamos, por ejemplo, los baremos de la UAM. Sea cual sea el tipo de plaza que miremos, en todos los casos se aplica el mismo esquema. Se hace un listado de méritos relativamente exhaustivo y, por cada grupo de méritos, se indica el peso que va a tener esa categoría en la puntuación total. Tal y como está hecha la redacción, nada, absolutamente nada, garantiza la fiabilidad del proceso. El mismo currículum evaluado por dos comisiones de contratación distintas no obtendría siempre la misma puntuación.
Las calificaciones para cada elemento están infradefinidas. Así, por ejemplo, si el candidato de la casa tiene un buen expediente en la carrera pero no ha hecho ningún máster, no hay problema. Lo mismo si fuese a la inversa. Se le da más valor el criterio que mejor venga para los fines definidos a priori. De esto escribía en la primera entrada de este blog.
2) Convocar únicamente cuando el candidato interno está en situación de poder ganar: Uno puede flexiblizar los baremos hasta un cierto punto. Como empleo público que es, un candidato indudablemente superior que no fuese admitido podría reclamar, así que uno sólo puede forzar la máquina hasta donde sabe que no se va a romper. Para minimizar el riesgo, lo más oportuno es convocar plazas sólo cuando hay alguien de dentro que esté en disposición de hacerse con ella (con o sin empujón interno).
Por ejemplo, para sacar una plaza de titular, el rectorado pide información de todos los departamentos que puedan estar interesados en ofrecer una. Se recogen los currículums de aquellos miembros del departamento con un currículum fuerte, capaz de garantizar que se la va a llevar. El rectorado no quiere invertir dinero para promocionar a alguien que no pertenezca a la casa. Por eso, aún antes de que la plaza llegue a convocarse en el BOE, en los departamentos ya se escucha que "esta plaza la ha traído fulanito". Desde el primer momento se tiene la idea de que la plaza ya tiene dueño, puesto que si no fuese por su currículum esa plaza no habría llegado ni a ofertarse.
Da igual que los miembros de la comisión de contratación pertenezcan o no a la universidad para la que ha salido la plaza. Los miembros ajenos acatan lo dicho por los miembros de la casa. Se asume que son asuntos internos y que ellos ya sabrán. Además, ¿quién va a levantar la voz si lo que espera es que en su propia universidad los demás actúen igual?
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