El área de Metodología de las Ciencias del Comportamiento presenta algunas características diferenciales con respecto a otras áreas dentro de la Psicología. De un profesor del área de Psicología Social se espera que investigue en psicología social, ¿pero se espera de un profesor de Metodología que investigue en metodología? En cualquier caso, ¿qué es investigar en metodología? Esas son las dudas que abordaré en esta entrada.
Dos son, probablemente, las grandes dinámicas de investigación del profesorado del área. La primera, el desarrollo de métodos y técnicas de estadísticas y de investigación. Sería la línea 'simulacionista', en la que los métodos son el propio objeto de investigación. La segunda, la aplicación de técnicas (desarrolladas por otros) en campos psicológicos sustantivos. Sería la línea 'aplicada', en la que la metodología es herramienta. Tanto una opción como otra son arriesgadas en el panorama español actual.
Si entendemos que la investigación hoy día es casi necesariamente colaborativa y grupal, la vertiente simulacionista se presenta complicada en aquellos departamentos con escaso personal del área y en los que el interés por esta orientación no es predominante. Cierto es que con internet y un ordenador pueden hacerse maravillas, pero desde esta orientación, trabajando (casi) solo en un campus, construir un grupo de investigación con opción a investigación financiada o a la dirección de tesis resulta complicado, salvo en algunos pocos centros. Los artículos en esta línea, casi necesariamente, han de ser más escasos, puesto que no demanda el mismo esfuerzo crear algo nuevo que aplicar algo ya desarrollado. Las revistas que publican este tipo de estudios no son muchas y, si nos ceñimos a las que se sitúan en los cuartiles demandados, tras pocos rechazos de un artículo uno ya casi queda fuera de los revistas deseables. Al ser pocas las revistas de estos temas, la inestabilidad en cuartiles es mayor que en otros campos. Revistas como Psychometrika pueden fluctuar entre año y año fácilmente un punto en factor de impacto y, con ello, se han movido dos cuartiles para arriba o para abajo. Durante años la aproximación más simulacionista en Metodología ha estado excesivamente pegada a la evaluación educativa y estos campos son especialmente de escaso impacto. (Desde mi punto de vista, por suerte, eso está cambiando y nos alejamos del predominio de lo educativo.) Esto lleva a que tanto productividad (en número e indicadores de –supuesta– calidad) como dirección de tesis o proyectos chocan con los estándares actuales de evaluación de currículos investigadores. Aspectos relevantes como acreditarse para ciertas plazas o conseguir sexenios puede ser más complicado, a mi entender, desde esta aproximación a la carrera investigadora. Un índice H de quince investigando, por ejemplo, en modelos de diagnóstico cognitivo es más difícil que desde otros temas. Garantizar publicaciones en cuartiles altos con ciertas oscilaciones completamente fuera de control es complicado.
La opción aplicada permite la inserción más fácil en grupos amplios de investigación por dos motivos. Primero, simplemente hay más grupos que investigan con metodología que no que investiguen en metodología. Segundo, las personas con perfil metodológico más bien escasean. Esta línea de trabajo facilita mejorar la productividad y, en ocasiones, la codirección de tesis doctorales. Conlleva un servicio valioso en el campo de la psicología o ciencias afines, dados los serios problemas de transferencia entre el desarrollo estadístico y su aplicación posterior (Marsh & Hau, 2007; Sharpe, 2013).
Este carrera investigadora aplicada supone, eso sí, ciertos riesgos. El metodólogo puede, de este modo, realizar investigación sin objeto en la medida en la que carece de las bases teóricas para poder dotar de forma autónoma de contenido lo que realiza. Hoy escribirá un tres párrafos en la sección de Resultados sobre depresión y mañana sobre reciclado de botellas, pero para él pueden acabar siendo variables sin sustancia. Investigación sustantativa desustanciada.
Es común que en estas dinámicas el metodólogo sea a quien se recurre una vez los datos y el diseño están cerrados. En palabras de Ronald Fisher, "to consult the statistician after an experiment is finished is often merely to ask him to conduct a post mortem examination. He can perhaps say what the experiment died of." No es infrecuente, en estas condiciones, acabar sin autorías principales. El metodólogo como el eterno n-ésimo autor. Es probable que a quienes han recorrido este camino no les suena extraña la historia del investigador que indica su voluntad de realizar la validación de un cuestionario con una muestra ya recogida y, tras ello, el metodólogo ha de leerse todas las validaciones previas, detectar incongruencias, vislumbrar el hueco por el que justificar la nueva investigación, realizar los análisis, interpretarlos, redactarlos... para acabar de segundo autor, con suerte. En un momento en el que, lamentablemente, el conocimiento metodológico actualizado se concentra en excesiva medida entre los metodólogos no es infrecuente que quien ofrece los conocimientos estadísticos para poder formalizar una pregunta de investigación relevante con la información recogida acabe relegado a segundo autor o más allá. Las tareas en situaciones así pueden ser variadas, desde aplicaciones de modelos exigentes hasta puras regresiones lineales. En este contexto de perfiles de metodólogos escasos la propia psicología académica no tiene bien resuelto cómo integrar y cuidar a quienes optan por esta especialización.
Así, también, resulta complicado poder optar a encabezar proyectos de investigación. Lo mismo que hace siglos se decía que "la filosofía es sierva de la teología", si operamos desde el modelo de "la metodología es sierva de la psicología", los siervos no son investigadores principales. La vida de siervo, según quién sea el amo, puede no ser muy agradable. Esta opción también resulta limitada, no únicamente en satisfacción laboral e intelectual, sino también curricular, especialmente en una época en la que los investigadores somos cada vez más nuestro índice H, número de citas y de artículos y posición dentro de la lista de autores.
A esto hay que sumarle el riesgo propio de las valoraciones de afinidad el área de conocimiento en una convocatoria de plazas. ¿Un artículo en Psychological Assessment es un artículo propio del área de Metodología? ¿Cómo separar a quien ofrece la parte metodológica de quien ofrece la parte más sustantiva ante una publicación de ese estilo? En algunas universidades la expectativa al convocar y baremar plazas es la selección de candidatos escorados hacia el 'simulacionismo'.
Afortunadamente en los últimos años se ha ampliado la posibilidad de perfiles mixtos, personas que simultanean ambas líneas. Esto permite intentar recoger lo mejor de cada aproximación y compensar riesgos. Esto se debe a varios motivos, a mi entender. Por un lado, la enorme mejora de la investigación psicológica en España, lo cual ha implicado una mayor necesidad de la incorporar metodólogos a los grupos sustantivos. Por otro lado, la reducción de cierta visión extremadamente purista según la cual el metodólogo era solo el 'simulacionista'.
Cada profesor en el área de Metodología intentará recorrer su camino lo mejor que pueda, desde sus condicionantes institucionales y personales. Por mi lado, yo he buscado, en los últimos años, desde una perspectiva de corte más aplicado el desarrollo en campos sustantivos desde la codirección y corresponsabilidad. Las ideas y orientaciones son compartidas y cada cual aporta desde su especialización. Esto, a mí, me ha supuesto aprender a investigar desde una mayor incertidumbre e dependencia. Yo podía escribir en gran medida solo un artículo sobre tests adaptativos informatizados; a mí me costaría muchísimo escribir sin contar con ayuda un artículo sobre estilos de alimentación. Sé de alimentación y sé de metodología. Esa mirada híbrida me permite complementar la mirada de quien aporta mayor solvencia sustantiva, pero me reconozco dependiente. Es probable que la ciencia actual, a según qué nivel, pase por ello necesariamente. Igualmente, me reconozco parcialmente en tierra de nadie. No llego a estar ni plenamente al día ni de avances metodológicos ni sustantivos y eso, en ocasiones, genera temores, incertidumbres.
Para mí resulta una opción adecuada. Mi formación metodólogica me permite plantear ciertas preguntas de investigación y esas preguntas tiran de mí para aprender más de metodología. El trabajar en campos sustantivos me devuelve a los estudios a los que entré por vocación y que me siguen apasionando. En mis años 'simulacionistas' yo (y enfatizo el 'yo': es una vivencia subjetiva y no todos han de sentirse igual) me sentía menos psicólogo. Lo que publiqué en aquella época, más que tuviera reconocimientos de premios, ha tenido un impacto científico bastante modesto. Mi trabajo en campos sustantivos permite participar del proceso investigador desde el arranque, definiendo objetivos y modos. Para mí conlleva que la brecha sustantivo-metodólogo queda reducida en un agradable proceso de enriquecimiento mutuo. Facilita mantener el ritmo de producción e impacto demandados. Hace viable el liderazgo investigador. Si me dieran la vida y los apoyos para mantener mi investigación más metodologico-teórica (simulacionista), ahora tengo preguntas de investigación para ese campo mucho más relevantes de las que tenía cuando realmente investigaba bajo ese prisma.
De nuevo, cada cual hará su camino. Hay que intentar leerse a uno mismo (¿qué sé?, ¿qué quiero?), el entorno (¿desde dónde trabajo?, ¿qué se me va a exigir?) e intentar decidir lo que mejor cuadre. Las distintas aproximaciones tienen sus pros y sus contras. En cualquier caso, disfrutemos de nuestro trabajo en la medida que podamos.
martes, mayo 24, 2022
Investigar como profesor del área de Metodología de las Ciencias del Comportamiento
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