lunes, julio 02, 2018

Los catedráticos son un problema en la universidad española

Vamos con cuatro historias y una conclusión.

Primera historia. Horas docentes en la UAB.

En el curso 2010/2011 la UAB decidió 'boloñizar' el modo de contabilizar las horas de dedicación docente del profesorado. Puesto que para el alumnado las horas de referencia dejaban de ser las de aula y pasaban a ser las de dedicación a las asignaturas, parecía razonable introducir un cambio en la misma línea para el profesorado.

El profesorado a tiempo completo dedicaba, como máximo, 240 horas por curso a la docencia en el aula. Ahí no se incluían ni las horas de preparación de clases ni de supervisión y corrección al alumnado. El tiempo que uno invierte a la docencia está por encima de las horas de pura presencia en el aula.

Con el nuevo modelo ya no se repartían entre el profesorado exclusivamente horas de aula, sino horas de actividad docente. Empezando con un número de horas muy superior a 240 se asignaba a cada profesor tareas que podían ser de presencialidad en el aula, preparación o supervisión. Con este modelo resultaba posible cumplir con la parte docente del contrato como profesor sin apenas pisar clase.

Tengamos en cuenta que la docencia se distribuye según categoría laboral. Aquellos con plaza más consolidada y de mayor rango escogen antes. En caso de empate este se deshace según antigüedad. Por tanto, los catedráticos son quienes antes eligen la docencia.

¿Qué ocurrió en alguna ocasión? Un catedrático rellena su encargo docente con un grupo de prácticas y muchas horas de supervisión de trabajos; un profesor de nivel más bajo lo hace con cinco grupos de prácticas y apenas supervisión de trabajos. Cuando llega el momento de corregir los trabajos el catedrático dice "que cada cual corrija los trabajos de los grupos que ha llevado".

¿Y qué ocurre en ese momento? Que te los comes. Te comes esos trabajos aunque formalmente no tengas horas asignadas para ello.

En mi caso no me comí esas horas. Cuando dejé la UAB hubo quien se dedicó a arrastrar mi nombre por el barro intentando dificultad que consiguiera plaza en otra universidad.

Segunda historia. Guías docente en la UZ.
En la Universidad de Zaragoza las asignaturas han de presentar una sola guía docente, la cual está disponible vía web desde antes de la matrícula del alumnado. Es un documento vinculante. Esto genera problemas cuando varios profesores comparten asignatura. Pueden compartirse asignaturas porque la misma se imparte en varios grupos dentro de una misma facultad o porque la misma asignatura se puede cursar en más de un campus o facultad.

Hay varios modos de completar una guía docente cuando las asignaturas son compartidas por varios profesores. Una opción es elaborar un documento de mínimos que después cada profesor desarrollará por su cuenta para su propio grupo. Otra opción es iniciar un proceso colaborativo para llegar a consensos. Otra opción es dejar claro que aquí el profesor de mayor rango eres tú y que la guía la elaboras tú. Los cambios en la guía implican que 'tu' asignatura lo mismo era mejorable y muy probablemente te supongan un poco más de trabajo, al menos en un primer momento. El profesorado de menos rango sabe que es altamente probable que se cruce con ese profesor de rango superior en futuras promociones.

¿Y qué ocurre en ese momento? Que te comes la guía tal y como la ha diseñado el catedrático. He visto multitud de proyectos de innovación docente interesantísimos fracasar porque el profesorado que estaba intentando sacarlos adelante no tenía margen para incluir estas iniciativas en la guía docente.

Tercera historia. Reducción de horas docentes en la universidad española.
Hasta hace poco los tiempos completos de la universidad, excepto algunas figuras contractuales poco frecuentes, compartíamos el techo de horas de dedicación docente en el aula: 240 horas por curso. Dependiendo de las condiciones de cada departamento, no todos se aproximaban a este techo. Hay departamentos que se dimensionaron para unos tiempos de gloria de número de alumnos matriculados que hace tiempo que quedaron atrás. Ahí viven bastante bien.

El Real Decreto-ley 14/2012, de 20 de abril, cambió ligeramente estas reglas.
2. Con carácter general, el personal docente e investigador funcionario de las Universidades en régimen de dedicación a tiempo completo dedicará a la actividad docente la parte de la jornada necesaria para impartir en cada curso un total de 24 créditos ECTS.
No obstante, la dedicación a la actividad docente de este personal podrá variar en función de la actividad investigadora reconocida de conformidad con el Real Decreto 1086/1989, de 28 de agosto, sobre retribuciones del profesorado universitario, y que haya dado lugar a la percepción del complemento de productividad previsto en el artículo 2.4 del mismo, y atendiendo a las siguientes reglas:
a) Deberá dedicar a la función docente la parte de la jornada necesaria para impartir en cada curso un total de 16 créditos ECTS quien se encuentre en alguna de las siguientes situaciones:
– Profesores Titulares de Universidad, Profesores Titulares de Escuelas Universitarias o Catedráticos de Escuela Universitaria con tres o más evaluaciones positivas consecutivas, habiéndose superado la más reciente en los últimos seis años.
– Catedráticos de Universidad con cuatro o más evaluaciones positivas consecutivas, habiéndose superado la más reciente en los últimos seis años.
– En todo caso, cuando se hayan superado favorablemente cinco evaluaciones.
b) Deberá dedicar a la función docente la parte de la jornada necesaria para impartir en cada curso un total de 32 créditos ECTS, quien se encuentre en alguna de las siguientes situaciones:
– Que no haya sometido a evaluación el primer período de seis años de actividad investigadora o que haya obtenido una evaluación negativa de dicho período.
– Que hayan transcurrido más de seis años desde la última evaluación positiva.
Se abría la puerta a una mínima penalización a quien no presentara sexenio vivo y se premiaba considerablemente a quien acumulara sexenios. Es importante señalar que estos cambios solo afectan a quienes ya han tocado el cielo del funcionariado.

El personal laboral de igual desempeño investigador que un Titular o Catedrático no solo cobra menos, sino que ha de impartir más horas de docencia. Los casos de profesorado que hayan visto incrementadas sus horas docentes son infrecuentes, al menos en mi universidad.

Después cada universidad ha traducido en normativa interna de modos distintos este Real Decreto. En el caso de la Universidad de Zaragoza se crea un sistema que supone que las horas máximas para funcionarios se fijan en 300 por curso y, a partir de ahí, se van reduciendo [PDF]. Se puede ver reducido el encargo docente o bien por méritos docentes o bien por investigadores, ampliando los supuestos del Real Decreto. En general, hay que liarla bastante para no quedar por debajo de 240 horas, que es el encargo que le corresponderá de forma inevitable a un Ayudante Doctor o un Contratado Doctor.

Como esto son vasos comunicantes y más en tiempos de crisis, para que unos vivan mejor otros han de vivir peor. A igualdad de desempeño laboral, solo por el hecho de ser funcionario, el encargo de horas de docencia es menor para Titulares y Catedráticos. En algunos departamentos, en aquellos en los que había algo de holgura, esas reducciones se han transferido y han supuesto un incremento de la docencia de los no funcionarios. Esto se ha hecho ampliando los supuestos del Real Decreto, que se pensó para penalizar a quienes no investigaban, y aquí ha pasado a ser un "barra libre para todos (los funcionarios)".

Pueden imaginar cuál era la categoría laboral de quienes negociaron y redactaron la normativa que regula esto.

Cuarta historia. Evaluación de profesorado en la UZ.
Tal y como he señalado en un post, la evaluación de profesorado en la UZ también ha estado durante años pensada para dar aprobado general. Recientemente han cambiado los criterios. Ya no se basará (se supone) en exclusiva en las encuestas al alumnado. Se ha creado una Comisión Técnica de Evaluación de la actividad docente del profesorado de la UZ.

Como criterio para poder optar a esta Comisión se fijó que los candidatos habían de presentar al menos seis evaluaciones positivas destacadas. Dada la demora con la que se tramitan estas evaluaciones, esto supone que los miembros de esta Comisión han de llevar, al menos, siete años trabajando en la UZ. Esto supone en muy gran medida dejar casi sin opciones a poder participar en esta Comisión a personas con un recorrido laboral excepcional pero de reciente incorporación. Siete años en la misma universidad y todavía no estás suficiente integrado como para poder optar a según qué puestos. Estas Comisiones pasan a nutrirse de funcionarios en mayor medida de lo que podría ser sin estos filtros no justificados.

Una conclusión.
Todas estas historias comparten un hilo común: ideas que podían ser adecuadas para la mejora de la universidad que son reventadas su implantación no resiste que un colectivo concentre el poder y las pueda acabar modelando a su gusto.

La gestión universitaria está copada por funcionarios, especialmente Catedráticos. Veamos, por ejemplo, los Estatutos de la UZ en lo relativo a la composición del Consejo de Gobierno:
Artículo 38
d) Dieciséis miembros del Claustro elegidos por los siguientes sectores distribuidos de la forma que se indica y entre ellos: ocho representantes del personal docente e investigador, de los cuales seis serán funcionarios doctores, seis representantes de los estudiantes y dos representantes del personal de administración y servicios.

De ocho representantes del PDI seis serán funcionarios doctores. Es más fácil para un estudiante activo en tareas de representación ser miembro del Consejo de Gobierno que para un Ayudante Doctor o un Contratado Doctor.

Los no funcionarios somos objetos pasivos de regulación. Nuestra voz no está presente. Se asume que los profesores funcionarios están imbuidos por el don de la gestión y cargados de buena voluntad. Saben qué interesa a todo el PDI. Se entiende que no hay conflicto de intereses entre los funcionarios y los no funcionarios.

No, los funcionarios no saben qué nos interesa, cuáles son las necesidades de los no funcionarios. Y no existe la comunidad universitaria. En muchas ocasiones son intereses son contrapuestos según categoría laboral. La tarta es finita y no hay para todos.

Cuando fijan cómo se reparte la docencia, cómo se reduce el encargo docente, quién entra en qué cargos, cómo se escriben las guías de las asignaturas, cuál será el baremo para acceder a plazas... lo hacen asumiendo que o bien son seres puros capaces de abstraerse de sus conveniencias y vislumbrar las mejores opciones para todos o bien que sus intereses son los que han de prevalecer.

Podría ir poniendo ejemplo tras ejemplo. La normativa de sexenios es claramente insensible a las necesidades y problemas de los no funcionarios. Los criterios de acreditación son insensibles a las necesidades y problemas de los no funcionarios. Son, parcialmente, un juego en el que los que ya están dentro cierran la puerta a quienes quieren entrar. La distribución de proyectos de investigación sigue reglas que construyen y benefician, oh sorpresa, a quienes las redactan: funcionarios, principalmente Catedráticos.

Y no es que los Catedráticos sean personajes siniestros, ni muchísimo menos. Son (somos) todos piezas que respondemos al sistema de incentivos y castigos según el reparto de poder y las normas del juego. Querer acumular poder y querer que las reglas te beneficien es de lo más normal. E incluso las personas cargadas de la mejor de las intenciones difícilmente van a poder regular de forma óptima si no tiene acceso a cierta información que solo pueden ofrecer los involucrados.

Al menos, no nos engañemos. Aceptemos que hay quienes apenas tocan poder, que eso es independiente de su desempeño laboral y que quien accede al poder intenta perpetuarse y sacar rendimiento por ello. En la universidad quienes están más cerca del poder y lo acumulan son los Catedráticos. No se puede asumir buena voluntad por su parte. La voz de un porcentaje amplísimo del Personal Docente e Investigador está silenciado en la gestión universitaria. El poder ha de estar repartido para equilibrarse.

1 comentario:

  1. Los catedráticos funcionarios en mi departamento de Empresa de la Universidad de Barcelona son ya sin duda una especie en vías de extinción. Uno de ellos es consejero desde hace años de Gas Natural (ahora Naturgy, qué nombre Dios mío, parece el de un helado o el de una nueva línea de productos ecológicos) y vicepresidente de la patronal Foment del Treball (supuestamente catalana, pero supuestamente sólo y con el ojo avizor de Joan Rosell y del "lobby" de la CEOE), otro eximio catedrático se pasea y participa y crea Reales Academias cuya principal línea de gastos es el pago de las correspondientes esquelas de sus reales académicos que por inexorable ley biológica van falleciendo, otra reciente catedrática es hija de un anterior catedrático ya jubilado del mismo departamento y dicho señor tambien estuvo muy dedicado a las mismas reales academias que el anterior catedrático citado en segundo lugar, y la última es quizás la menos dedicada a actividades extra universitarias y es una experta en mercados financieros pero me imagino que ya próxima a la jubilación.

    No tengo información sobre sus sexenios de investigación, pero lo que si que realmente tengo claro es que en el caso de este departamento de la UB, los catedráticos y catedráticas (y cuidado en este caso con completa paridad) son una especie en vías de extinción.

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