Para los muy despistados, les diré que ahora mismo estamos en noviembre de 2008. Y la investigación a la que hace mención la noticia fue publicada en el año 2006 en la Revista Española de Investigación Criminológica. No consigo entender qué lleva a un periódico ha hacerse eco de algo ya tan antiguo.
Me miro el artículo y me llaman dos cosas la atención:
1) ¿Qué lleva a alguien a publicar una investigación de este tipo en una revista desconocida y sin apenas difusión?
El tema es interesante, tanto desde un punto de vista teórico como aplicado. Los resultados que se obtienen son muy positivos, puesto que se consigue una marcada reducción de la reincidencia. Con esto, bien podría conseguir publicar en alguna revista relevante en el campo de estudio.
Uno, cuando publica, tiene que plantearse quién quiere que le escuche. Cuando uno envía un artículo que pretende incrementar el conocimiento en un área, lo sensato es que busque los espacios donde ese conocimiento se está construyendo. Saber cuáles son los medios donde se da esto resulta sencillo: sólo hace falta mirar las revistas que uno está citando en mayor medida como sustento de lo que uno ha investigado. Lo contrario es dar un discurso en el desierto. Y lo común es que los foros de discusión e intercambio de ideas sean revistas editadas en inglés.
La relevancia de la ciencia española mejorará enormemente cuando aprendamos qué tiene que ir a dónde y las pautas de publicación en medios internacionales.
2) ¿Está el artículo bien hecho?
Un motivo para no publicar en medios importantes puede ser, sencillamente, que el artículo no alcance los estándares de calidad que ahí se exigen. Si esto fuera así, quedaría la pregunta de qué sentido tienen las revistas en español: ¿simplemente, para publicar lo que otros no aceptarían por mal hecho?
La investigación es, en sí misma, sencilla. Se diseña un programa de intervención con violadores, teóricamente bien fundamentado. De entre los violadores de ingresados en un cárcel, a unos se les administra el programa (grupo experimental), a otros no (grupo control). Se hace un siguimiento y se evalúa si hay diferencias en la tasa de reincidencia entre ambos grupos.
Todo este diseño se viene abajo si grupo experimental y control no son equivalentes en todo, menos en el seguimiento (o no) del programa. Si, por ejemplo, en el programa entran voluntarios y los del grupo control son los que pasan del programa, problema. Los voluntarios cabe suponer que están más motivados por la reinserción que los del grupo control.
Hay veces en los que esto se puede resolver de un modo bastante sencillo: se echa a suertes quién va a cada grupo. ¿Tú tenías muchas ganas de participar en el programa de intervención? Mala suerte, te ha tocado la bolita negra y tú serás del grupo control. Así se hace que, salvo diferencias que el azar no haya conseguido neutralizar, los dos grupos sean equivalentes. Y, con tamaños muestrales suficientemente grandes, el azar lo neutraliza casi todo.
Pero no siempre puede hacerse así. En la cárcel, parece que lo de sacar bolitas no era posible. En la página 14 del artículo puede leerse:
Esta investigación es un estudio retrospectivo realizado mediante un diseño de grupo de control no equivalente, es decir no seleccionado al azar. No obstante se han tomado diversas medidas de depuración metodológica para erradicar los sesgos más importantes que podrían amenazar la homogeneidad y equivalencia de los grupos. Como resultado de ello, los grupos pueden considerarse equivalentes.No, hombre, no. No puedes ventilarte básica del método de investigación así. Los consideraremos equivalentes, chim-pum, y se acabó. Para que uno pueda creerse los datos, hace falta hacer creíble la equivalencia entre grupos. Por ejemplo, uno se hace unas medidas pre-tratamiento a ambos grupos, de cuantas variables considere importantes. Y para hace algo más sólida la declaración de equivalencia entre grupos, presenta datos que muestren que, pese a la no aleatorización, los dos grupos no difieren en ninguna de las variables que se midieron en la fase pre.
Otro tema que el artículo no deja claro es qué pasó con los participantes que no acabaron el tratamiento. La gente que deja un tratamiento a la mitad y los que completan es muy probable que no sean iguales en personalidad. Si uno compara el grupo experimental teniendo en cuenta sólo a los que lo ha completado el programa de intervención con el grupo control, ya no sabes si los efectos se deben al programa o a comparar gente más motivada que la media con gente promedio.
Dicho esto, a mí me sigue quedando la misma duda. ¿Qué sentido tienen las revistas españolas? Y lo digo yo, que sigo publicando tanto en internacionales como en españolas, que no estoy para hacerle ascos a ningún artículo.
Ahhh... y no dejen de echarle un vistazo al artículo. Da alguna información interesante. Por ejemplo, la tasa de reincidencia en violadores no es tan alta como uno podía pensar, leyendo prensa y viendo telediarios.
Si yo lo leí y me quedó la misma pregunta, aunque no me lo plantie de esa forma. Creo que la violación es uno de los pocos delitos que justifica la pena de muerte, pero tambien me llama la atención en las pocas ideas que se ofrecen como forma de rehabilitación. Si los psicólogos no pueden... tampoco los juristas. Algo hay que hacer para evitar que un violador vuelva a reincidir.
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