- Durante la educación obligatoria sólo suspendí alguna que otra vez Música y Dibujo. Lo de Música lo recuerdo como pesadilla infantil: una sensación de indefensión, de que podría pasarme la vida suspendiendo, aquel invento maligno de la flauta, la vergüenza infinita de solfear delante de 40 compañeros... Y para que se hagan una idea de lo bueno que era yo con el Dibujo, ni cuando calcaba las láminas que nos mandaban copiar conseguía pasar del aprobado justo. Todo mejoró cuando pasé del Dibujo Artístico al Técnico y de la Música a la Historia de la Música.
- Wonka recuerda sus desdichas con el plinto. Yo no me quedo a la zaga. Lo sensato era poner las colchonetas al otra lado del plinto, donde se supone que había que finalizar el salto. Sólo que habilidosos como yo podíamos hacer el salto ladeados, acabar saliéndonos en lugar de por el extremo por el lateral, caer sobre el suelo, sin protección ni nada, y agarrando bien fuerte el plinto, de tal modo que me tiraba encima el cacharro ese de madera. Otra recuerdo, y esta vez positivo, de la gimnasia es cuando al profesor se le ocurrió hacer practicar el salto de altura. Mientras que mis compañeros saltaban con movimientos estudiados, yo cogía carrerilla, me lanzaba con la cabeza por delante y que fuera lo que Dios quisiera. ¡Lo pasaba muy bien!
- Cambié de colegio cuando empezaba 7º de EGB. Recuerdo la pena infinita del segundo día, tras el recreo. No entendía por qué mis compañeros de clase jugaban con tanta alegría a Mosca. Todos menos uno se ponen en dos filas enfrentadas. El que la pringa tiene que recorrer el pequeño pasillo mientras se le van dando collejas y su objetivo es conseguir localizar a alguna persona que le haya arreado, para decir su nombre al salir de las filas y que sea el detectado quien reciba la próxima vez. Si al entrar en el pasillo uno no dice 'mosca' o si habla estando dentro, tiene que recorrer un 'pasillo libre', que significa el pobre que la pringa tendrá que correr el pasadizo entero con todo el mundo dándole, sin que de esa vuelta él pueda denunciar a nadie para que le substituya. ¡Pero qué bruta es la gente! Yo no encontraba la gracia a ese juego ni, en general, le encuentro la gracia ni a pegar ni a que me peguen. Por suerte, pronto hice amigos a los que les encantaba jugar al frontón y el cambio de colegio se me hizo mucho menos terrible.
- En 3º de BUP hice Ciencias Puras, para pasarme en COU a Letras Mixtas, con la idea de comenzar Psicología. No fue hasta después de Selectividad que me enteré que podía entrarse a mi carrera objetivo también desde Ciencias. En cualquier caso, lo pasé muy bien ese curso y la asignatura de Literatura es una de las mejoras que pueden cursarse: es un placer estar tirado en la cama leyendo grandes libros sabiendo que, en el fondo, uno está estudiando. Eso sí, lamenté no poder seguir estudiando Física.
- Recuerdo las primeras veces que falté a clase en la facultad. Para mí, llegado de un colegio de frailes, aquello era nuevo. Lo mismo que la sensación de incomodidad por haberme puesto a estudiar, para la convocatoria de febrero del primer curso, con sólo un mes y medio de antelación. Más adelante me daría cuenta de que muchas clases no aportaban nada y que, tal y como está la exigencia de la carrera y los modos de evaluación, con ponerme dos días antes de cada examen era, por lo general, suficiente.
- En la facultad conseguí: a) ser de los pocos alumnos que tenía mote puesto... por parte de los profesores; b) que una profesora no pasara, con mala fe, mi examen por la lectora óptica para ver si así podía darme por no presentado; c) que un profesor me llamara "chulo" y prepotente"; d) que un profesor me invitara a salir de su clase, puesto que consideraba que estar leyendo el periódico mientras él hablaba era muestra de inatención, a lo que yo repliqué, sin éxito, que yo era multitarea y que podía escucharle y leer al mismo tiempo. Me costó años descubrir que un perfil bajo podía llevarme más lejos que una postura firme de defensa de mis convicciones, especialmente en un mundo de egos tan subidos como es la universidad.
- En la universidad, conseguimos, unos amigos y yo, miembros de una asociación de estudiantes, ser punto del orden del día de un Claustro y aparecer en varios periódicos de tirada nacional. Teníamos nuestra revista y creíamos, ingenuos, que uno podía reírse de cualquier cosa. Se nos ocurrió hacer humor sobre los judíos, con un gusto más o menos refinado, en el periódico que editábamos. Como en el mismo número criticábamos con saña a un catedrático de Psicología (el reciente perdedor de las elecciones a Rector), por ese artículo algunos vieron cómo podían atacarnos y se armó una buena. Mi opción de optar por la defensa encarnizada de la libertad de expresión no fue la postura que quiso seguir la asociación. El miedo a un expediente o a quién sabe qué llevó a pedir disculpas e inventarse excusas.
- Y un secreto que ninguno de ustedes conoce... el año que viene me caso.
lunes, julio 23, 2007
Memes: llego a pisar el confeti
A mí lo de los memes me recuerda al alcohol en la adolescencia. Sólo desde una firme voluntad uno es capaz de decir "no" y aguantar la presión social. Aguanté ante el envite de Pseudópodo, pero el segundo ataque, con la invitación de Wonka, ya me deja con pocas opciones de huida. Una vez que ya ha pasado la moda de contar ocho secretos, objeto de este meme, yo voy a ponerme a ello, demostrando mi capacidad de llegar tarde a las fiestas, siempre para pisar el confeti. Ofrezco algunos recuerdos de mi etapa de escolar y estudiante de universidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Reconozco que a mí me habrías desarmado con lo de "multitarea", aunque habría seguido afeándote la conducta: a leer, al bar. Enhorabuena por el próximo enlace. Un saludo, Wonka.
ResponderEliminar¿Qué tiene de malo leer si uno es capaz de seguir las clases con normalidad? De hecho, cada vez que él lanzaba una pregunta, yo levantaba la mano para intentar dar una respuesta. ¿No es, acaso, una molestia más 'estética' que ética?
ResponderEliminarY como profesor, ¿sería yo capaz de tragarme mi orgullo y de dejar que alguien hiciera lo que yo hacía de alumno?
Estimado Topo, respecto a si dejarías a alguien hacer lo que tú hacías, ya te digo yo que no...
ResponderEliminarY aprovecho esta incursión en los dominios privados para hacer público el gran apoyo familiar que tuviste en la elección de carrera. Cuando dijiste que no ibas a seguir la saga de ingenieros y que ibas matricularte en psicología y tu madre hecha una furia te dijo que si querías acabar en una corrala en Usera...cuantas veces hemos dicho que razón tenía, si es que como una madre.....
Es una molestia para el profesor, pero no sé si ética o estética: en principio, revela que el que lee el periódico no te está haciendo ni caso, y que está en clase porque no se le ocurre nada mejor que hacer. Desde luego, en el par de casos en que he tenido que llamar la atención por leer el periódico (u otro texto que no tenía que ver con lo que tratábamos en clase), el susodicho no estaba prestando atención. Tú puede que seas "multitarea" (a pesar de ser varón...), pero te aseguro que los alumnos que he tenido que reconvenir no lo eran.
ResponderEliminar¿Llamas la atención a todos los que cabe suponer que no te están haciendo ni caso? ¿La probabilidad de llamada de atención viene modulada por la presencia/ausencia de periódico?
ResponderEliminarTal y como yo estudié la carrera de Psicología, un problema común en muchas asignaturas de segundo ciclo es que eran repeticiones de lo aprendido en el primeros años. Al mismo tiempo, la exigencia era bastante baja. Eso hacía que, al menos para mí y creo que para bastantes más, fuera posible compaginar un correcto seguimiento de las clases con hacer otras cosas.
Creo que como profesores muchas veces ponemos la responsabilidad en los estudiantes de errores nuestros de planificación. Cuando los alumnos no van a clase... ¡es que son lo peor! ¿No será quizá que no les ofrecemos nada de interés en el aula y que, además, pueden aprobar sin pasarse por ella? Lo mismo cuando algunos alumnos pueden estar en clase y desconectar. ¿No será, quizá, que ofrecemos algo de poco interés o que les aporta poco?
Y con esto no quiero decir, claro, que los profesores tengamos que sentir que las culpas son siempre nuestras. Pero sí que hay que mirar con calma lo que ocurre, antes de recurrir al ataque fácil hacia los estudiantes.
Rompo mi desconexión veraniega (desde una biblioteca) ante la noticia inaudita de que Topo pertenece (bueno, perteneció) a esa especie de maleducados ¡que leen el periódico en clase...!
ResponderEliminarYo he tenido a alguno y por supuesto que le he llamado la atención, dándole a elegir entre seguir leyéndolo en el bar o cerrarlo.
Estoy de acuerdo en que es una molestia estética, pero impide concentrarse al profesor (a mí por lo menos)y eso no me permite dar una buena clase. Dar clase, si lo haces con interés, es una modalidad de teatro. Estar concentrado en lo que haces, metido en el personaje, es vital. Y si el público lee el periódico, es imposible seguir metido en el personaje.
Si el profesor es aburrido (y estoy de acuerdo en que muchas veces lo es), basta con no ir a clase...
Pero basta de regañinas y a lo importante: Enhorabuena por la boda!! (eso si que es mojarse con un meme, si señor) :-)
¡Pseudópodo pertenece a la clase de profesores que imponen sus gustos por encima de los derechos de los alumnos! Porque, a ver, si objetivamente hablando no molesta alguien leyendo el periódico, ¿porque largarle? A mí no me gustan las rastas y no me veo con autoridad moral de echar a nadie del aula por ello.
ResponderEliminarHala, a ti que te gustan los dilemas, ahí tienes uno.
Disfruta las vacaciones.