viernes, agosto 25, 2006

¿Qué es mejor, un buen artículo o un buen amigo?

Aunque apenas despierta interés en la sociedad, pocas cosas tienen tanta trascendencia para nuestras expectativas de vida como la selección del profesorado universitario. Elegir mal nos hace perder el tren del desarrollo y la innovación, disminuye las oportunidades de nuestros hijos en una sociedad tecnificada y compleja y dilapida de forma absurda nuestro dinero: un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno y, no lo olvidemos, ellos formarán a los futuros médicos, jueces, arquitectos, etc. Para que la Universidad cumpla con su papel como motor del desarrollo, debe seleccionar a los mejores profesores en base a criterios de excelencia docente e investigadora. Por desgracia, en nuestro país los profesores universitarios se seleccionan con demasiada frecuencia por procedimientos poco transparentes, donde "amiguismo" y "enchufe" pesan sustancialmente más que la investigación y la docencia.

Con esta claridad y contundencia empieza el escrito Uno de los nuestros, el amiguismo en la selección del profesorado universitario, carta firmada por trece investigadores españoles de primer orden. Se centran en las limitaciones de los Examenes de Habilitación para Catedráticos¹, ofreciendo una reflexión que, en gran medida, puede generalizarse a los procesos de selección y promoción para cualquier figura en la Universidad.

Razonan ellos que, existiendo en la actualidad criterios objetivos de mérito investigador, resulta preocupante el poco papel que parecen desempeñar estos indicadores en los procesos de habilitación. Interpretan que, detrás de la práctica común de no seleccionar al más capaz, se encuentra un sistema de padrinazgo y de enchufes cruzados ('tú colocas a mi candidato, que yo ya colocaré al tuyo').
¿Por qué muchos tribunales de habilitación seleccionan tan mal, máxime cuando un catedrático bueno cobra igual que uno malo y en las universidades españolas y OPIs hay excelentes científicos para seleccionar al profesorado? Existen 3 causas evidentes:

1ª) Falta de rigor en la selección de los miembros de las Comisiones Nacionales.
La selección de miembros se hace mediante un procedimiento claro y transparente... tan transparente como pueda ser el azar. Se seleccionan al azar siete Catedráticos. Da igual que salgan tres de una misma universidad, de la que proviene un candidato. (Y esto no es ejemplo ficticio). Da igual que los Catedráticos elegidos sean de los que consiguieron la plaza sin demostrar valía alguna. Es habitual que Catedráticos con pobre experiencia investigadora opinen sobre la carrera de otros que, con menos años de trabajo, ya les han adelantado. Y el ego herido suele ser más consejero. No hay posible recusación de miembros del tribunal. Se asume los Catedráticos actuales son personas con un criterio de calidad válido sobre lo que se ha de exigir a los futuros Catedráticos y que un muestreo de la opinión de siete ya es suficiente.
2ª) Total impunidad. Como un tribunal no tiene que dar cuentas ni explicaciones a ninguna instancia superior (en la práctica, sólo se les exige respeto a las formas del proceso, ya que son soberanos respecto al fondo de su decisión), puede elegir sin que la más descarada de las arbitrariedades tenga consecuencias.
Un tribunal de selección/habilitación sólo tiene que dar explicaciones cuando uno de los que ha quedado fuera interpone el recurso correspondiente. Pero, en un mundo tan pequeño como es la universidad española, vete y hazlo. Te estás exponiendo a una venganza que no sólo te puede llegar a ti, sino a cualquiera de tus compañeros de trabajo. Si uno levanta la voz, quien puede ser incinerado bien puede ser el becario FPU del grupo de investigación, cuando salga una plaza de Ayudante.
3ª) Amiguismo sistemático. En la Universidad española han accedido a catedráticos excelentes científicos. Sin embargo, en demasiados casos la adjudicación de plazas se rige por una ética perversa. El incompetente defiende su puesto manteniendo alejados a los profesionales de excelencia. Para ello mantiene un sistema de "padrinazgo" ("mi candidato es fulanito", "le debo un favor a menganito" …), aderezado por una retórica imposible de entender fuera de la universidad ("no da el perfil", "no es lo normal en el área"…). Fomenta siempre al protegido cuya virtud principal suele ser la servidumbre. Y sobre todo pretende convencer de que la selección del personal docente e investigador en la Universidad es una cosa tan compleja que la sociedad civil no está capacitada para opinar. La realidad es que cualquier jefe de recursos humanos de empresas competitivas seleccionaría mejor.
Los criterios que se pueden manejar en la Universidad para evaluar a las personas pueden ser de lo más extraños. Hace poco escuchaba cómo le decían a un compañero: "Yo creo que tú tienes más opciones para conseguir la habilitación que X, porque X sólo va a los congresos internacionales y tú vas a los nacionales. A ti te han visto más". Además, la multitud de funciones a desempeñar en la universidad (docencia, investigación, gestión..) hace que uno siempre pueda encontrar un argumento para defender sus opiniones.
Lo queramos o no vivimos en una sociedad de ciencia, tecnología e innovación. Si seguimos "separando el grano de la paja para quedarnos con la paja" nuestro país perderá el tren del futuro.
Este manifiesto no señala nada que no se haya dicho (repetidas veces) previamente. Pero se agradece comprobar que todavía queden personas que no se han aburrido de reclamar un cambio que tarda demasiado en llegar. Discrepo de algunas de las ideas que manifiestan los firmantes, pero por hoy cierro la anotación.

(Gracias, Wonka, por hacerme llegar la primera reseña de este escrito).



¹ Mediante las habilitaciones se decide que personas pueden optar a qué figuras de contratación. Por ejemplo, obtener una habilitación a Catedrático no supone que uno haya obtenido esa plaza, sino, sencillamente, que está en situación de poder optar a ella en cualquier universidad española en la que se convoque. Las universidades, por regla general, nunca sacan a concurso una plaza de Catedrático si no tienen a un candidato interno habilitado para poder obtenerla.

7 comentarios:

  1. Lo de los congresos nacionales-internacionales es un punto. A ver si va a ser que me quieren mucho y por eso me mandan a Valladolid en lugar de México.

    Triste realidad, que hace que la mayoría de buenos investigadores pasen de intentar llegar a ser profesores universitarios.

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  2. Un simple comentario para aclarar que para ser elegible para un tribunal de habilitación de catedráticos, hay que ser catedrático con TRES sexenios de investigación reconocidos. TRES.

    No digo yo que el amiguismo y el enchufe no jueguen su papel (yo pienso que SÍ lo juegan) pero creo que lo indefendible es indefendible. No creo que haya muchas habilitaciones a catedrático donde el candidato tenga más sexenios de investigación que los miembros del tribunal. Y, en el caso de que así sea, creo que alguien que ha visto reconocidos TRES sexenios, tiene el suficiente bagaje para discriminar entre los que valen y los que no.

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  3. Univ, en momento alguno he dicho que los candidatos en la habilitación tengan más sexenios que los catedráticos. He hablado de que pueden tener una carrera investigadora más sólida, medida ésta por la cantidad de publicaciones, calidad de las revistas en la que publican y citas que reciben sus artículos. Y no sólo los candidatos pueden ser mejores, sino que, incluso, puede darse que la experiencia de los que evalúan sea, casi, inexistente.

    Mira, por ejemplo, Apuntes de Ciencia y Tecnología nº 19, paginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es)

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  4. Tan inexistente que puede que lleven años sin publicar, o viviendo de publicaciones de su grupo (sin enterarse de qué investigan).

    Aunque para hacer ciertas cosas básicas va bien tener a alguien por ahí que no haya hecho nada desde los 70.

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  5. El caso de la revista que enlazas es vergonzoso, pero no podemos extrapolar esa conducta prevaricadora a la totalidad de los casos.

    Sigo pensando que los catedráticos con tres sexenios están capacitados para discernir entre candidatos.

    En cuanto al hecho de que los candidatos tengan mejor CV que los miembros del tribunal no sólo no me parece algo de lo que avergonzarse sino que pone de manifiesto que en los últimos años el avance científico en España se ha acelerado muchísimo.

    En mi área de conocimiento, en los últimos diez años el panorama ha cambiado radicalmente. Hace diez años no se publicaba en revistas del SCI y publicar en inglés fue suficiente para más de una cátedra LRU (ese era el nivel). Cinco años más tarde, el nivel ya pedía artículos SCI para una plaza de titular LRU. Como consecuencia, muchos titulares tenían investigaciones más relevantes que algunos miembros del tribunal.

    En mi opinión, somos de memoria frágil. Comparamos nuestro curriculum hecho entre 1995 y 2005 con el de un catedrático de 60 años cuyas principales aportaciones son de los años 70 y, claro, nos reímos.

    Pero habia que estar ahí en los años 70 con menos medios, con un sistema científico por desarrollar, con áreas de conocimiento que no hacían más que nacer y donde todo era más difícil que hoy.

    Por lo demás, yo he vivido alguna habilitación donde había candidatos que tenían mucha cantidad pero si entrabas al fondo... veías que había que dividir por cinco. Es decir, que de un proyecto investigador sacaban papers parciales con solapamientos de teoría (mismos párrafos en diversos artículos) e incluso algunas hipótesis compartidas.

    La problemática es mucho más compleja de lo que puede parecer, lo cual no quiere decir que no haya casos sangrantes.

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  6. Si, si hay candidatos con más sexenios que miembros del tribunal. Y con más artículos, y con más de todo. Por no mencionar la diferencia entre los que pasan al segundo ejercicio, y eventualmente la cátedra, y los que no lo sacan.
    Y en cuanto al bagaje, una cosa es que sepan perfectamente quién es mejor y otra cosa es que lo voten. Aquí, totalmente de acuerdo con el artículo (y con el que referencia)
    Y contestando a univ, yo te puedo decir que es tan generalizado como todas las habilitaciones en las que me he presentado. Depende del área, claro está: la condición es que sea un área suficientemente pequeña como para que existan esos grupos de favores mutuos que propician este ambiente. Digamos menos de 50 catedráticos, aproximadamente. Por encima, no sabría decirte.

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  7. Yo no pertenezco al mundo universitario, sino a la empresa privada. Pude haberme quedado en la universidad, porque me gusta enseñar, también me gusta la investigación, y además tuve la oportunidad de hacerlo: estuve dos años de becario en un departamento y después de terminar me ofrecieron quedarme a hacer el doctorado en el departamento. Tenía un expediente académico bastante bueno, así que por ahí tampoco había problema, y hubiera podido conseguir incluso una beca.

    Pero no me quedé. En parte fue porque quería casarme, comprarme una casa... en fin, en la empresa privada tenía mejores perspectivas salariales a corto plazo y mayor seguridad que una posible (aunque probable) beca. Pero la otra parte de la decisión estuvo motivada por lo que cuenta Topo Universitario: en los dos años que estuve de becario aprecié que dentro de la universidad había "luchas de poder", cátedras enfrentadas, grupos escindidos, muchos pasillos... En fin, todo muy humano. Pero me pareció que el ambiente podía llegar a resultar agobiante: siempre la misma gente, años y años en los mismos sitios... Se trataba de hacer méritos durante años para en el futuro ser el candidato "de confianza" de tu padrino. La famosa endogamia, en definitiva. Esta fue mi impresión en aquel momento, y abandonar la universidad me dió una cierta sensación de "aire fresco" o liberación.

    A vosotros que sí seguís en el mundo universitario, tengo que deciros que, después de estar 7 años en la empresa privada, también veo que no es perfecta. Más dinámica sí, pero no más justa en su organización, ni menos influida por los factores humanos.

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