El plan de Bolonia no lleva a ningún cambio pedagógico. Al menos, no por necesidad. Las personas actuamos como actuamos o por convencimiento o por presión. (Y todo una variedad de combinaciones entre estos dos extremos). Y en lo que se refiere a Bolonia, no hay presión ninguna por parte quien paga y contrata para que se cambien los modos docentes. Se invita a que los profesores a que hagan tal, cual y pascual, pero a quien no se amolde, nada le va a pasar. El profesor que quiera seguir dando sus clases con sus apuntes amarillos que han sobrevivido unas cuántas reformas podrá seguir haciéndolo.
Como ejemplo, la situación en la educación obligatoria. La renovación pedagógica lleva siendo ley en Primeria y Secundaria desde hace como dos décadas. Hay quienes consideran que el constructivismo ha destruido a la enseñanza obligatoria. Muchos, sin embargo, consideran esto radicalmente falso, por un motivo muy sencillo: porque el cambio docente, la aplicación del constructivismo, jamás ha llegado a las aulas. Recomiendo la lectura del Manifiesto 'No es verdad', de la Red de Investigación y Renovación Escolar.
Esto no quita que se vaya a producir un cambio en los modos docentes en la universidad. Por suerte y por convencimiento de muchos profesores. Pero para los cambios que va a haber no se necesitaba tanta ley ni tanto revuelo. Un nuevo modo de dar clases era perfectamente compatible con la estructura actual de los estudios universitarios y con los actuales planes de estudios.
La financiación del sistema limitará la profundidad de estos cambios, desde luego. Pero hay un dato importante que debería llevarnos a la reflexión: en el tramo de educación obligatoria, a nivel internacional, no se ha encontrado correlación alguna entre euros por niño dedicados a educación y aprendizaje. Echar agua y más agua a un coladero no garantiza que éste se llene. Invertir más y más dinero a una universidad francamente ineficiente como la española no ha de llevar a su mejora.
Muchos cambios importantes en la docencia universitaria no requieren dinero. Lo necesario es contratar a buenos docentes. El sistema actual no lo garantiza. Y lo segundo, una reflexión profunda sobre los objetivos y los modos de dar clase. El dinero, en cierta medida, aporta poco para la reflexión sobre qué se quiere enseñar cómo.
Se producirán cambios, sí. Pero como estos no vienen forzados por ley, los profesores llegarán hasta donde razonablemente crean que pueden llegar. Harán la evaluación continuada hasta donde estimen que, según su dedicación docente, pueden alcanzar. Harán el seguimiento de alumnado, la elaboración de materiales... todo, se ajustará a la disponibilidad de recursos. Por tanto, Bolonia seguro que no hace que implosione la universidad.
Ciertos cambios serían mucho mejores con una inyección de dinero. Desde luego. Pero aquí falla el objeto de las críticas. Creo que Bolonia no tiene nada que ver con todo esto. Las competencias universitarias hace ya tiempo que están transferidas a la Generalidad. Así que, si el Gobierno central pinta poco, menos aún Bolonia.
Estoy de acuerdo contigo, pero creo que hay una variable que no mencionas y que tiene cierta importancia.
ResponderEliminarLas reformas van a implicar una mayor burocratización (realizar cronogramas y guías docentes, informes para la ANECA o similares, etc) y mayor rigidez (división de las clases en magistrales y prácticas, impartidas por profesores diferentes). Esto implica que se pierde el tiempo rellenando formularios y coordinándose con los demás profesores de la asignatura, tareas que no son precisamente motivadoras y que quitan tiempo a la auténtica docencia.
¿Para qué prepararte bien una clase si eso, todos lo sabemos, no le importa a nadie? El tiempo que te quede libre después de todas las nuevas obligaciones docentes que se crean lo emplearás, si te quedan ganas, en investigar (o mejor dicho, publicar), que es lo que puntúa en los baremos.
Estos factores van a pesar mucho para reducir la calidad de la enseñanza. En mi opinión, más que las presuntas bondades de la metodología boloñesa (que, por otra parte, como bien dices, no hay tal, pero así nos la han vendido)