Convencidas en el fondo muchas señoras de que la gente humilde no tenía la misma sensibilidad: su hambre era otra hambre, su frío era otro frío, ni siquiera el dolor por la muerte de un hijo era equiparable. [...] A mi me llamó la atención aquello de que la muerte de un hijo no era lo mismo para los pobres que para los ricos y, después de que mamá y mis tías me aseguraran que la muerte de un hijo es lo peor que te puede deparar la vida, sin posible comparación con la muerte de un marido, corrí a la zona de servicio con la misma pregunta, y, ante mi asombro, la respuesta fue rotundamente distinta: todas preferían ver morir a uno de los hijos, porque, en el caso de morir el marido, quedaban todos sin medios de subsistencia.
Esther Tusquets
Habíamos ganado la guerra
2007 - Bruguera
jueves, marzo 20, 2008
Perspectivismo social
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El marido era, por tanto, para las señoras ricas un personaje sin mayor importancia, de recambio relativamente fácil, en tanto que para las mujeres pobres era un valiosísimo e irreemplazable proveedor. ¿De cuál de estos dos tipos de mujeres descenderá el feminismo actual?
ResponderEliminarMi abuela (nacida en 1912 en un pequeño pueblo castellano) citaba a menudo un refrán hoy olvidado: Muerto el padre, se cerró la despensa.
ResponderEliminarLo que la cita no parece tener del todo en cuenta es que cuando moría el cabeza de familia, la probabilidad de que los hijos no sobrevivieran era muy alta en las ciudades y algo menor en el campo (a mi suegro -nacido en 1936 en un pueblo extremeño- le pasó, y comenzó a trabajar a los seis años cuidando cerdos).
teramenes