jueves, octubre 18, 2007

Empiezo

Empiezo a plantearme seriamente dejar la universidad.

Acaban de notificarme que acabo de quedar segundo en una plaza de Ayudante. Era mi oportunidad de volver a la ciudad en la que quiero vivir, salir de un lugar en el que no quiero vivir e incorporarme a un departamente activo en términos de investigación.

Inicié mi carrera investigadora hace años. Escogí director de tesis sin saber mucho lo que hacía. No era consciente de que ese hombre no buscaba personas que pensaran, que tuvieran sus propias ideas. Él sólo esperaba que los becarios le hiciéramos el trabajo que a él no le daba tiempo a hacer. Daba igual si habías descubierto El Dorado, que si él no lo tenía en su lista de tareas pendientes tenías que dejarlo atrás. En esa situación, toda mi línea de investigación apuntaba a que el modelo que acababa de publicar era más falso que una moneda de tres euros.

Se convocó una plaza de Ayudante en mi universidad. Se la dieron a la becaria obediente de mi director. El baremo se aplicó del siguiente modo: garantízese que el candidato que se quiere colocar es superior en, al menos, una característica con respecto al resto de candidatos tomados de uno en uno. Así se garantizaban poder hacer pasar la decisión por justa. Dos frases servirán para describir a esa mujer: "yo es que no creo en las correlaciones" y "yo pienso que mi lógica es superlógica". Todavía no se le conoce artículo alguno en una revista con índice de impacto, aunque sea española.

Viendo el panorama, decidí cambiar de director. Varios años perdidos. Empiezo en otro grupo de investigación. Se convocan algunas plazas más, en otras universidades. Una la obtiene una mujer con un currículum brillantísimo. Otra, una mujer de quien jamás había oído hablar, no la había visto en ningún congreso nacional ni he sido capaz de encontrar en mi vida artículo alguno escrito por ella. En todos los casos, las plazas las obtienen personas ya vinculadas a la universidad convocante.

Como becario, tengo claro que para colocarme es necesario que investigue, que publique, que me lleve bien con la gente del departamento y que espere el milagro. El siguiente paso es la plaza de Ayudante. Voy consiguiendo mis pequeños logros. No soy el más brillante de los investigadores, pero tampoco malo. Publico más y en mejores medios que una amplia mayoría del personal funcionario de mi área de conocimiento.

Sale una plaza en otra Comunidad. Pese a haber candidata interna, la consigo yo. El catedrático del área estaba demasiado harto de meter a gente de perfil bajo y, sobre todo, de que pasado el tiempo acabaran rebelándosele. Cambio de ciudad, marcho a una facultad donde no conozco a nadie, donde nadie cuenta conmigo para nada, donde el nivel de investigación, al menos en lo mío, es muchísimo peor. Cuento con poder volver en algún momento. Ser Ayudante suma puntos para poder conseguir un contrato en otra universidad. Mi currículum va mejorando. Si espero, saldrá una plaza y podré hacerme con ella. Conozco más o menos a las personas que vienen por detrás de mí, pocos se dedican a algo parecido a lo que me dedico yo. Creo que no tendría que haber mucho problema.

Pasa un curso. Se convoca una plaza. No en la universidad en la que me formé, pero me interesaría conseguirla. Ha cambiado la ley. Ahora me dicen que los criterios han cambiado. Ahora, para ser Ayudante, no hay que haber investigado mucho, haber tenido estancias, haber publicado. Da igual si como becario te han dado premios de investigación. Casi todo da igual. En el baremo, el criterio básico es la nota media del expediente. Todo mi diseño de vida, de carrera, se va al carajo porque pasa a ser un mérito residual el publicar en revistas donde jamás ha publicado casi nadie del tribunal.

Podría ser peor. Si hubiera empezado el doctorado un año más tarde, podría haberme pasado un años con una beca de miseria, cuatro años con una beca digna, otro años con una beca de salario mínimo, a la espera de la plaza que nunca llega... para que me dijeran que lo de los últimos seis años no servía para nada. Que mi suerte había sido echada al acabar la carrera.

Parece que me toca quedarme donde estoy. Unos cuantos años tengo garantizado el contrato. Más adelante, nadie sabe nada. La Vicerrectora de Personal te dice claramente, a la cara, que tu excelencia docente o investigadora es trivial a la hora de que salga una plaza para el siguiente nivel, Ayudante Doctor. Uno puede ir lanzado al Nobel y ser el profesor popular de la facultad y verse en la calle.

Mientras, gente que jamás aparecerá en las bases de datos de publicaciones seguirá consiguiendo plazas. Mientras, será complicadísimo para un joven investigador hacerse un plan de vida, porque las reglas del juego podrán cambiar en cualquier momento.

Estoy cansado. Cansado de sentir que el control sobre mi propia vida es menor del que podría conseguir en una empresa. Sí, sé que en una empresa la vida no es maravillosa, que los despidos son baratos. Cansado de sentir que cuanto más tiempo me quedo en la universidad, más complicado me resultará salir, porque mi formación es muy específica y no especialmente valorada fuera de este ámbito. Cansado de sentir que lo que hago en la universidad no sirve para básicamente nada. No nos engañemos: una parte importantísima de la investigación que se hace en este país es trivial, sin más función que engordar el currículum y mantener la máquina rodando.

P.S.: Quizá sea que soy un histérico blandito y que mañana todo volverá a la normalidad.

11 comentarios:

  1. La verdad es que yo tampoco lo tengo nada claro, si es posible cada vez menos. Aún me queda un año de beca predoctoral, pero no creo que en ese margen me de tiempo de acabar la tesis y aún menos de buscar una alternativa a qué hacer o por dónde seguir una vez finalizada. En el mejor de los casos tendría el título de doctora... y ahora qué? La sensación de que tanto esfuerzo no sirve para demasiado es recurrente.

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  2. Yo tengo la esperanza de que todo esto cambie, que es algo en lo que aún no ha llegado "la transición".

    Pero sé que no lo hará antes de que yo acabe, así que: estancia tres meses en un sitio donde pueda pasármelo bien, leer antes de un año y a la empresa privada. Quizá los que empiecen dentro de 30 años tengan más suerte.

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  3. Bueno, yo tenía claro que la universidad era el sitio donde quería estar. Eso me llevó a 5 años de becario y 11 años de contratos por obra. Luego de freelance y finalmente la emigración a 600 km de distancia porque estaba claro que donde estaba no iba a solucionar nada. Aquí llegó la suerte y conseguí entrar de asociado y a los dos años saqué la plaza de titular de universidad. Llevo seis años estable. Cumplo 50 la próxima semana. Pero es que quería ser biólogo.
    Ánimo.

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  4. Vaya.

    Entiendo que de desanimes, pero creo que estas dando demasiada importancia al cambio de la ley. Las plazas de ayudante siempre se han dado a quien quiere el catedrático y punto, diga lo que diga la ley.

    Recuerdo varios casos en mi Departamento en los que se dejó fuera a gente con CV claramente superior (incluyendo mejor expediente académico) con la excusa de que no tenían el "perfil investigador adecuado".

    Pero en realidad cualquier perfil investigador es inadecuado para un ayudante, porque la idea es que un ayudante no debería tener "pasado": imaginate que tiene ideas propias y se pone a investigar en una línea que no es la del catedrático.

    Así que la ley hasta se podría considerar un avance: por lo menos, si se respeta se valoraría con justicia el expediente académico. Lo demás, el CV investigador...total, nunca se ha valorado.

    No creo que esto te anime mucho, claro, pero lo que quiero decirte es que no me parece que tu situación sea peor por el cambio de ley.

    De todos modos llevo bastante tiempo siguiéndote y creo que sería una pena -y una pérdida- que acabaras abandonando la Universidad. Esto, lo sabes bien, es una merienda de negros, pero si llegas a tener estabilidad tienes unas posibilidades que no las tienes en ningún sitio. La empresa quizá puede ser menos caciquil pero intelectualmente es un desierto.

    Y (te lo digo bajito y al final) yo creo que a la larga sí que te estabilizarás en la Universidad. No por tus méritos, a lo mejor, que no se premian, sino por la inercia. Salvo cuando hay un enfrentamiento con el cacique, lo normal es que te quedes. Y luego podrás hasta ser brillante y perseguir tus ideas. Que seguro que no habrán conseguido quitártelas.

    Ánimo, Topo.

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  5. ¡Eh!, ¡qué pasa, pseudópodo!, la empresa no es un desierto intelectualmente, todo depende del empuje de uno y de las ganas de aprender. Ahora, si consideras que el desarrollo intelectual sólo se consigue publicando en revistas de prestigio, pues vale.
    Entiendo que es vergonzoso que se realizen trabajos profesionales en formato beca y no con contratos y todos los derechos de los trabajadores. Eso hay que cambiarlo, por supuesto.
    Pero la lucha por un puesto es igual en todos lados, cuanto más grande una empresa más puedes observar cómo se mueven muchos para obtener las mejores posiciones, incluyendo los superiores.
    Lucha por la supervivencia...

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  6. No, el desarrollo intelectual no va ligado sólo a publicar en revistas de prestigio. Me refería (y veo que no me expliqué bien) a que en la empresa puede que aprendas cosas, pero van a estar siempre supeditadas a las necesidades de la empresa. A corto plazo puede estar bien; a largo plazo, lo dudo. Como mínimo, va a ser árido (de ahí lo de el desierto). En la Universidad, si llegas a titular, puedes básicamente hacer lo que quieras. Y ya sabes eso de que "La libertad, amigo Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos"

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  7. La verdad es que las perspectivas son una mierda... pero bueno. Supongo que no queda otra --hacer lo mejor posible, y sentirte estúpido 2 veces al mes.

    En cuanto al baremo de ayudante, yo he alucinado, sobretodo, con la "fácil" que es saturar la parte de investigación. Y lo mismo vale para ayudante doctor, al menos en la UPV. Luego tienes el expediente, que vale. Pero vamos, que me veo avocado a arañar puntos en docencia, idiomas, cursillos, material didáctico, etc. ¿Se acabo el investigar?

    De todas maneras, al final lo que más me jode es pensar que los méritos tienen peso 0, y que todo queda en manos del azar... y de lo que no es azar, pero es peor. No es que piense que mis méritos me abrirían todas las puertas, pero al menos tendría la sensación de ir recorriendo un camino. Al contrario, siento que voy hacia no se sabe donde.

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  8. Hagamos un club. Podría llamarse "Club La Odisea", ejem, estoo, mejor no,casi seguro estoy que hay algún lupanar de similar nombre.
    Hagamos un club, no importa el nombre, en el que nos enfrentemos a los designios de los dioses cual Odiseo (Ulises en latín), porque lo que ocurre en la Universidad (y la I+D) española es más propio de un mundo de caprichosos y elevados designios que de otro de básicos principios como igualdad, mérito y capacidad. Fletemos una nave que burle a los dioses.
    Ánimo Topo.

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  9. Ánimo Topo!

    Estoy basante de acuerdo con pseudópodo. No lo dejes, porque al final lo conseguirás. Como decía Cela, "el que resiste gana".

    De todas maneras, entiendo que te desanimes. Pero la empresa privada es similar, también cambian las políticas, hay reestructuraciones, enchufes, trepas... El factor suerte, el estar "en el sitio adecuado, en el momento adecuado" tiene mucha influencia. Te lo digo yo desde una empresa privada.

    Mucho ánimo!
    Isengard

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  10. Pues sí, hombre, desanímate, porque es lamentable. Todos los investigadores de universidad deberíamos dejar la universidad desierta, hacer un paro general, desertar de la espiral de fracaso institucional que son las ayudas a la investigación, total para qué: para ser un ego con patas obsesionado por lo mucho y lo importante que uno ha publicado, y lo despreciable que es lo que otros han hecho, esos otros que me quitaron una plaza que debería haber sido para mí. Se te ve (y se nos ve) caer en picado en ese pensamiento, y hay que huir de él: el sistema universitario de competitividad cuantitativa de currículos genera malas personas.

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  11. Uy, qué va, yo ego el justo. Ni tengo tantos artículos en buenas revistas ni éstos son tan importantes. En un muy pequeño microtema, tal vez sí, pero nada más allá.

    ¿Despreciables los que me quitaron plazas que merecía? Para nada. Despreciable, en cualquier caso, el sistema que lo tolera.

    Curiosa idea de que la evaluación genera malas personas. ¿Qué sugieres tú, que no suponga caer en 'buenas personas' pero parásitos sociales?

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