Cien años de escultismo

Prometo por mi honor y con la ayuda de Dios hacer cuanto de mí dependa por cumplir mis deberes para con Dios y mi patria, ayudar al prójimo en toda circusntancia y cumplir fielmente la ley Scout.

Esta es la promesa que formulé como Scout hace ya más de quince años y este es el compromiso que actualmente siguen asumiendo, aunque con algunas variaciones en el texto, cientos de chavales y mayores.

El movimiento scout (o escultismo) está de celebración. Ya son cien años desde que arrancó este proyecto destinado a la educación integran de chicos y chicas. Educación que, desde mi punto de vista, parte de una enorme confianza en la capacidad de los niños y los jóvenes y en el convencimiento de que les gustan los retos, la aventura, aprender y crecer como personas.

Los chicos aprenden a idear con ambición sus propios proyectos, a darles forma, a desarrollarlos, a llevarlos a cabo, siempre adaptándose a la edad que tienen, pero sabiendo que cuando algo les ilusiona y no hay por ahí un adulto pensando en todo lo que no saben hacer, pueden dar mucho de sí. Pueden, por ejemplo, soñar con pasar diez días andando por los montes y bajando ríos en canoa. Tendrán que encontrar dónde es viable hacer esto, planificar los recursos que necesitan, conseguir el dinero, pensar en la comida (qué se puede cocinar por ahí, qué necesitaremos para ello, cuánto peso podemos razonablemente cargar...), definir la ruta, buscar planos y aprender a interpretarlos... Para ello, tendrán que aprender a dividirse el trabajo, descubriendo qué es lo que se le da mejor a cada cual, tendrán que aprender a integrar los distintos trabajos parciales. Vivirán la experiencia de que sólo desde el apoyo mutuo es posible vivir grandes experiencias. Descubrirán que la dureza de los retos no supone un desincentivo, sino más bien al contrario, que la dificultad de lo que uno se plantea muchas veces se relaciona con la recompensa de obtenerlo. Les lloverá durante horas y, calados en mitad de la nada, sabrán que la solución depende de ellos. Sólo si han revisado bien el material, si han aprendido a montar tiendas en estas condiciones, si mantienen el temple, podrán dormir a salvo.

El aprendizaje de valores será algo natural en estas condiciones. El compañerismo, la abnegación, el compromiso, el servicio... no son palabras huecas que sólo sirven para ser recitadas. En estas condiciones, los chavales ven claramente qué actitudes son las que favorecen el día a día del grupo y qué actitudes son las que hacen la vida más difícil. Es complicado que a uno le miren con buenos ojos cuando es capaz de estar lamentando durante las cinco horas de camino por la montaña. Es poco probable que se acepte sin más el que uno no cumpla con el mirar con los horarios de autobuses, sabiendo que al no hacerlo todo un grupo se queda sin salir de la ciudad. Serán, pues, en gran medida ellos mismos quienes vayan censurando al que perjudica al colectivo y animando al que más aporta. De este modo, será los propios chicos los responsables principales de la educación mutua. Y resulta mucho más efectiva la educación dada por iguales en edad que la que puedan intentar los adultos.

Mi experiencia personal en los scouts fue tremendamente positiva, tanto en la faceta de educando como en el papel de educador. Estoy convencido de que gracias a ellos soy mejor persona. Pero como no quiero aburrir con mis propias batallitas, dejo acá el resumen de la metodología, para que pueden hacerse una idea por ustedes mismos, antes de que empiece a contarles la vez aquella que estábamos por los Pirineos cuando...

[El método scout es] Un método educativo basado en ...

• Un compromiso personal y una ley scout.
• La educación por la acción y la participación activa.
• El trabajo en pequeños grupos que adquieren competencias propias para acostumbrarse a la responsabilidad personal.
• Programas progresivos y atrayentes basados en los temas que interesan a la población infantil y juvenil.
• Una dimensión espiritual, entendida como una manifestación de cada persona tanto a través de las creencias religiosas como aquellas otras creencias de índole más personal basadas en principios de tipo ético, moral y transcendente.
• Una dimensión social en cuanto a la participación en el desarrollo de la sociedad, el respeto de la dignidad de las otras personas, promoción de la paz, de la comprensión y la cooperación.
• Una dimensión personal encaminada al desarrollo de la personalidad individual.