Hoy, en mi Universidad, hay fiesta. O, mejor, Fiesta. La Fiesta Mayor, con un programa de festejos que, si fuera estudiante y tuviera otra personalidad, más dada a alcoholes y ruido y menos a charlas tranquilas, quizá podría disfrutar.
Según cuentan, ya son 21 años los que llevan haciéndola, por lo que bien puede considerarse una tradición. Una tradición que consiste, entre otras cosas, en anular las clases a partir de las diez y transformar el espacio de la Universidad de un lugar de estudio e investigación a un espacio... de Fiesta Mayor.
¿Por qué se anulan las clases a partir de las diez y no todas las del día, tal cual? Porque así se aumenta la presencia de estudiantes. "Ya que hemos venido para un par de horas, nos quedamos".
Esta medida, además, es especialmente absurda, porque la fiesta no empieza hasta las doce. El porqué de suspender las clases dos horas antes no lo cojo. Será para ir calentando motores.
¿Por qué se hace la fiesta un jueves? Para no hacerla un viernes, más que nada. Si uno pone la fiesta un viernes, muchos de los estudiantes que vuelven los fines de semana a su pueblo o ciudad pasarían de acudir, tomándoselo como un puente. Si la fiesta es en viernes, muchos se buscarían una buena fiesta, pero no la de la Universidad, sino por su cuenta.
Como se ve, la fiesta está montada para conseguir la mayor afluencia de público. El Rectorado, consciente de que su oferta quizá no interesa tanto como para justificar que muchos estudiantes se desplacen hasta el campus, busca sus triquiñuelas para juntar gente.
¿Qué efectos tiene la Fiesta?
Primero, la supresión de un día de clases. Las dos primeras horas del día, que supuestamente sí son lectivas, tendrán el problema de la baja asistencia de alumnos, más todos los profesores que optan porque ellos, aunque la normativa les obligue, pasan de acudir ese día.
Segundo, una distorsión en las clases del día siguiente. El eje central de estas fiestas no es precisamente coger margaritas por el campo, sino, más bien, coger un pedo de campeonato. ¿Qué hay excepciones? Sí, claro. Pero habrá que ver mañana cuántos no van a clase porque la cabeza no les da para ello. Añádase a eso los alumnos que, de facto, sí que consideran la anulación de clases un jueves como el comienzo de un puente de cuatro días. Ayer ya se veían alumnos con maletas, preparados para volver a su lugar de origen.
Tercero, y como consecuencia de esto, problemas a la hora de establecer el cronograma de las asignaturas. Este cuatrimestre hay fiesta, ya, dos jueves: el Pilar y el puente de la Constitución. Pues chúpate otro. En alguna asignatura se ha cambiado la fecha de un parcial para no pillar a los alumnos resacosos.
Cuarto, una violación al derecho de los profesores y estudiantes a contar con condiciones adecuadas para el trabajo. Vete tú e investiga ahora con el altavoz al lado del oído. Los alumnos, para prevenir el vandalismo, tendrán limitado el acceso a los edificios. ¿Quieres hablar con un profesor en tutorías? ¿Quieres consultar algún libro? Se siente. Eso sí, no he visto a ninguna asociación de estudiantes quejarse porque en la matrícula hayan pagado por un día de estudio que no va a ser efectivo.
Quinto, una desviación de fondos, de lo que es prioritario en la Universidad a lo que es accesorio. El objetivo primero de la Universidad el servicio público de la educación superior mediante la investigación, la docencia y el estudio. ¿Cuántas plazas de profesor se podrían pagar con lo que se destina a este fiesta? ¿Cuántas suscripciones a revistas?
Al comienzo de curso preguntaba desde este blog qué es lo que cambiarían de su Universidad. Yo, de la mía, en general de la Universidad española, cambiaría esas ganas de extralimitarse en sus funciones, esa idea de que están para cambiar el mundo entero, para dar una educación integral. Yo pediría, simplemente, que las universidades hicieran lo que tienen que hacer para cambiar el mundo: ofrecer buena formación y producir buena investigación. Que educaran en la faceta que les corresponde, la propia de los estudios en los que se ha matriculado el alumno.
La sociedad no le pide a la universidad que dedique el dinero a pensar si el café de las cafeterías tiene que ser de comercio justo o el de toda la vida o a montar grandes saraos que reducen la formación especializada de los alumnos, sino que sean centros de educación superior.
Por cierto, yo no tengo nada en contra de las fiestas universitarias. Yo, como miembro de varias asociaciones de estudiantes, he montada unas cuantas. No me gustaba ni beber ni la música, pero sí estar metido en mitad del cotarro y sacábamos algo de dinero para financiarnos y no depender de subvención alguna. Eso sí, a nadie le negamos su derecho a trabajar ni le costamos dinero a la facultad ni al rectorado.
Dicho lo cual... vamos subiendo la cuesta, que arriba en mi Uni se acabó la fiesta.
Bueno, te voy a aclarar ciertas dudas, que parece que soy más veterano en ésta, "nuestra" universidad.
ResponderEliminarHasta hace un par de años las clases se paraban a las 12, justo al inicio de la fiesta. Ahora las paran a las 10, porque se inventaron la "Cursa" que empieza a las 11.
En ciencias, parar las clases a las 10 significa dejar una única hora de clase (aquí a las 8 no están ni los bedeles), lo que significa que los alñumnos aparecen directamente a las 12 a emborracharse (a pesar de que yo he visto otros años antes de las 12 recoger a gente con coma etílico).
La fiesta antes se hacía en viernes y en el eje central, pero asistía tanta gente de fuera que era un colapso y las ambulancias no podían entrar. Entonces sí era una fiesta para emborracharse. Ahora es bastante light.
Pues me mosquea la fiesta tal y como está montada ahora, imagínate lo que habría salido por mi boca si hubiera estado hace años por acá.
ResponderEliminarLo de la "Cursa" no lo he visto en el programa de fiestas...
En mi anterior universidad también había problemas de todo tipo con las fiestas que se montaban. Para San Canuto (adivinad la idea central de esa fiesta) y otras llegaban chavales menores de edad en el tren con bolsas cargadas de alcohol. Los viejos del lugar todavía recordarán el día que alguien defecó en la Sala de Juntas de la facultad. O aquella fiesta en la que se juntó tanta gente, tanto coche, que terminaron haciendo imposible el acceso del autobús. Algunos, al ir tan borrachos, no se pudieron llevar el coche ese día ni hasta la tarde del siguiente, con lo que el pollo que se montó fue majo.
El día que las Universidades se tengan que preocupar de verdad por la imagen de marca que dan, entonces sí que se pondrán las pilas para ver qué actividades les convienen y cuáles no.
La universidad está llena de detalles misteriosos. Por ejemplo, este curso, el lunes 9 de enero NO es lectivo, sin que yo pueda imaginarme la más mínima causa de tal decisión. Eso sí, a partir de ahí tengo los dos grupos de prácticas (lunes y martes) descoordinados.
ResponderEliminarEs un ejemplo más del contrato implícito entre muchos administradores, profesores y alumnos (y sus familias): los alumnos pagan poco, exigen poco, se conforman con poco, les dan poco--pero mucha marcha.
ResponderEliminar¿creéis de verdad que es cosa de los alumnos? No tenéis que olvidar que es una fiesta.
ResponderEliminar¿Algún ateo que renuncie a las vacaciones de navidad o semana santa?
Antiguamente la fiesta era los viernes, pero el éxito era tal que se colapsavan todos los servicios, las ambulancias no podian ni pasar y venia mucha gente de fuera de la universidad. AL pasarla al jueves se consiguió mas control y una disminución considerable de la asistencia. Creo que en el año anterior las clases duraban hasta las 12, hora del inicio de la fiesta.
ResponderEliminarDe todas formas creo que la fiesta es una gran oportunidad que tienen muchos grupos de alumnos para financiarse.