«Regresar ha supuesto un freno de dos años a mi carrera científica», sentencia otro 'Ramón y Cajal' (RyC) que prefiere no dar su nombre, ya que su futuro contrato puede depender de ello.El problema de las expectativos creadas a los cajales y la realidad de lo que se están encontrando, hoy en El Mundo.
«Era una buena oportunidad y ahora tenemos que esperar hasta el último momento para saber qué va a pasar. Así no se puede trabajar a gusto», apostilla Mar Bastero, doctora del departamento de Física Teórica y del Cosmos de la Universidad de Granada y presidenta de la Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal (ANIRC).
«Si hubiera sabido lo que iba a pasar no hubiera venido», recapitula el bioquímico holandés, Mark Van Raaij, que trabaja en la Universidad de Santiago de Compostela.
España inició en 2001 un ambicioso plan para atraer al país a jóvenes científicos internacionales y frenar la diáspora de los patrios. El programa Ramón y Cajal (RyC) surtió efecto y en los últimos años, cerca de 2.300 investigadores se incorporaron a los centros públicos nacionales con la promesa escrita de un contrato de cinco años y la verbal de que se trataba de un paso previo para garantizar su permanencia. A mediados de noviembre expira el contrato de los 774 investigadores de la primera promoción Ramón y Cajal. De ellos, 453 aún no saben si podrá continuar en su puesto de trabajo.
Empatizo perfectamente con lo que cuentan y sienten, ahora bien, repetiré lo que ya dije en una anotación previa: solucionar los problemas de los cajales, si no se aumenta la financiación, es dejarnos sin dinero a los demás.
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